EL ROSARIO DE MI MADRE

Devuélveme el rosario de mi madre, y quédate con todo lo demás. Quien no la habrá cantado por lo bajinis con el resquemor de alguna ruptura. Pero era imposible alcanzar la solemnidad que imprimía a la tonadilla la gran dama de la canción, con su voz inmortal y serena. La misma que se apagó antier cuando frisaba los 93 años.

No hubiese sido capaz de acertar su edad. Siempre me pareció resplandeciente, por más que jugara con la ventaja de hacerse acompañar a la guitarra de “Los Gemelos”, cada vez más escasos, acapachados, menguados y arrugados. Lo que, como no podía ser de otra forma, hacía catapultar su belleza, por mera comparación entre las flores marchitas y la rosa resplandeciente. 

Quizás sea por sus singladuras profesionales a las dos orillas del atlántico, tenía la idea de que su partida de nacimiento estaba sellada en el continente americano. Nada mas lejos. Su sobriedad se erigía desde el norte, con padre asturiano y madre vasco-francesa. Lo achacó al periodo en el que fue «recriada» en Chile, donde contaba su padre con intereses comerciales.

Le vi una vez actuar en directo. Hace ya demasiados años como para recordar, más allá de que me causo una honda impresión su dominio del escenario, su sobriedad, y la personalidad única que destilaba. Te podía o no atrapar su música o considerar las letras como el colmo de la ñoñería, que no era mi caso. Pero nadie dejaba de reconocer que subida a las tablas había una artista. 

Nuestro primer encuentro se había producido, muchos años antes, en el tocadiscos “Vanguard” de casa de mis abuelos maternos, ya que, junto con la Reina Sofía, era una de las dos divas de mi abuela. Cuestión de gustos. Tarde bastante en darme cuenta de que el graznido de fondo que acompañaba a “Amarraditos”, no era un deje aguardentoso de su voz, sino el ultimátum que nos lanzaba la aguja gastada del reproductor. 

En su prolífica vida, tuvo tiempo para desposarse y aguantar doce años al mítico Fernando Fernán Gomez, que en aquellos tiempos ejercía de “Balarrasa”, tirando de vida disoluta y recibiendo la alborada en los bares del aeropuerto y el cementerio de la Almudena. Únicos que, por razones de fuerza mayor., no cumplían con el toque de queda nocturno impuesto durante la dictadura y permitían prolongar la curda. Para más información sobre el asunto, se puede consultar esas maravillosas memorias del actor, tituladas “El Tiempo Amarillo”, y el documental homenaje “La Silla de Fernando” que ruedan Luis Alegre y David Trueba quienes le profesaban respeto reverencial.

Siempre me asombro su innata capacidad para apropiarse de las canciones. Como si se hubieran ideado pensando en su voz. Las dotaba de una personalidad tan única que pasaban a pertenecerle por completo. Cualquier otra que se atreviese a entonar la misma melodía era conocedor del riesgo de que Maria Dolores Pradera la opacase por completo. 

Y por decirlo todo, sus canciones tenían algo de atemporalidad. Como sino puede explicarse que, durante más de sesenta años, haya habido más de media docena de generaciones, que no hayan considerado anacrónico, que se considere el colmo del estilismo que, en una pareja de amarraditos, ella vista un recrujir de almidón, peinetón y pasador y él se toque para cenar con jazmines en el ojal. Que ahí es nada. No sé porque, auguro, que nuestros hijos, los de la play-station, no lo van a entender. Peor para ellos.

Solo me queda brindarle mi postrera gratitud por haberme enseñado algo tan preciado como el significado de la “elegancia natural”. Algo que, se tiene o no se tiene. Y a ella le rebosaba. Descanse en paz


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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