NOSTALGIA

La visita e invitación del maestro JU nos adentró a Chica9 y a mi en un territorio desconocido hasta entonces: los conciertos temáticos.

La inmersión era fácil porque compartíamos añada con los que nos rodeaban. Cincuentones criados en el tardofranquismo. Pescados con el anzuelo de la nostalgia.

Me di cuenta de dos cosas. Que probablemente somos la última generación que venerará la nostalgia. Por una sencilla razón, implica poner en valor el pasado, y las nuevas hornadas, salvo excepciones, lo ven como algo rancio, inservible y gastado. Porque la imagen del pasado es antagónica a lo que asocian A modernidad. Como aquellas fotos sepias que guardaba tu ama en el álbum familiar en las que, aunque hicieran un esfuerzo por sonreír, todos parecían tristes y mustios.

Y es que la nostalgia, como la necesidad de cariño/sexo/compañía y la alopecia, son el mejor reclamo comercial, porque detonan un estado de necesidad que afloja la cartera y el espíritu consumidor del que lo sufre.

La razón de que superemos nostalgia es que en aquellos años teníamos tiempo de sobra  para imaginar y nos hallabamos protegidos en el bunker inexpugnable de la familia setentera. Así que, durante nuestra infancia, los oídos oían y los ojos veían lo que la cabeza aún no. Sin saber que años más tarde la memoria lo obligaría a recordarlas cada cierto tiempo, un día y otro día, para que no las olvidara nunca.

Existe otro vector que es la escasez del estímulo. Antes sólo había una cadena, un estreno de película a la semana, un partido de fútbol o de basket, podías comprarte un vinilo al mes, llegaba desde ultramar una serie y no alternabas más que la semana de fiestas en tu pueblo. Todo lo esperabas con emoción y, justamente por eso, lo recuerdas hoy en día. 

Como te acuerdas de que tenías que tomar el zumo al galope antes de que perdiera las vitaminas, que en el líquido del yogurt estaba la sustancia, que la digestión de la carne era más pesada que la del pescado, y que las películas de dos rombos suponían billete de ida a la cama.

Por eso nostalgia es colesterol del bueno. Y por lo mismo, la nostalgia vende. 



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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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