Llegué a él por la letra de Pecados más dulces que un zapato de raso.
Pensé que alguien que describiera así sus sentimientos estaba tocado por una varita mágica.
El serpentín de la vida me hizo conocer cómo se convirtió esa letra en la del primer tema del disco blanco de Gabinete Caligarí Una historia que comenzaba en la década de los sesenta en la Institución San Isidoro, colegio financiado por la Hoja del Lunes en el que estudiaban hijos de periodistas. Y que entremezcla a los Haro Ibars con lo Urrutia. Se mezclaban nombres como Eugenio, dos. Julios, dos Eduardos y un Jaime.
Al desaparecer dijeron de él; “Han decidido/ que tu sitio lo ocupe otro bandido".
Hoy escribo su letra para que la lea Chica 9
Avaricia de tus besos
Pereza de vivir sin ti
y la ira de sentirte lejos de mi.
Soberbia de saberme
elegido por tu corazón
Humildad para reconocerte la mejor.
Son Pecados tan Dulces que merecen el perdón
son Pecados mas Dulces que un Zapato de Raso, mi Amor.
Envidia del sudor
que emana ardiente de ti
Gula por comer tu vientre de satín.
Lujuria abrasadora
que me hace presagiar
la tristeza mas conmovedora si te vas.
Son Pecados tan Dulces que merecen el perdón
son Pecados más Dulces que un Zapato de Rasode Amor.
Avaricia de tus besos
Pereza de vivir sin ti
y la ira de sentirte lejos de mi.
Y como despedida transcribo la misiva que dirigiera su madre, a Él Pais como respuesta a la critica literaria publicada con respecto al libro dedicado a su hijo. Los Pasos del Caído.
A quemarropa.
CARTA AL DIRECTOR 23.06.05 - Diario EL PAIS - España
El maldecido Haro Ibars
Pilar Yvars - Madrid
La trayectoria política, literaria, periodística y moral de Eduardo Haro Tecglen se defiende por sí misma en todo lo que escribe. No hace falta usarla como arma arrojadiza contra su hijo para unirse al coro de quienes le denigran en el libro Eduardo Haro Ibars: Los pasos del caído, escrito por José Benito Fernández. Muchos de los que ahí mienten lo hacen, supongo, para dejar incontaminada su propia imagen de cuanto con Eduardo compartieron durante años de amistad falsa o verdadera; diferencia que uno de los sujetos no puede aclarar: los muertos son tan callados. Los vivos hablan y hablan de borracheras, de picos y desmanes (que los hubo), como si, del nacimiento a la muerte, sólo en eso consistiera la existencia del maldecido. De su obra literaria pocos dicen nada. Y algunos lo hacen para descalificarla, minimizarla; dejarla reducida a incoherente mezcla de desatinos, como hace Jordi Gracia en su crítica del libro, publicada en las páginas literarias de Babelia, suplemento cultural de EL PAÍS. El silencio de Haro Tecglen es absolutamente respetable; mi palabra sólo pretende recomponer la maltrecha imagen del hijo.