MARTINGALAS

 Me ha costado soportarme a mi mismo esta semana. No me era sencillo convivir con el distanciamiento que me brota ante la "Declaración de Arnaga". Esa sensación extraña, mitad hastío, mitad tristeza, que me ha atrapado, generando, a modo de reacción espontánea, que rebotase en ml el eco de los fastos de Iparralde, que, esta semana, se han encargado de amplificar los medios de comunicación, sobre todo los patrios.

Ese empacho de hagiografía, respecto del acrónimo que capitalizase el deambular de los vascos durante los años de plomo de mi infancia y juventud, es de difícil maridaje con el principal sueño que tanto me obsesionase hasta hace poco. Aquel por el que la siguiente generación vasca pudiera prescindir del influjo del terrorismo.

Es curioso pensar que aquella ilusión onírica tratase de sosegar el futuro de una generación, la nacida en el siglo XXI, que actualmente, asiste con absoluta indiferencia a todo lo que esta ocurriendo. Indiferencia que nace de que lo sienten como ajeno a su realidad vital. Y porque no decirlo, porque conciben el terrorismo como algo atávico, que nunca podía haber ocurrido en estos días.

Y la conclusión que he obtenido es que esta semana pocos son los que han estado a la altura. Los unos, tratando de escenificar la exaltación de un culto identitario, cuya putrefacción solo pueden negar ya los muy adictos. Y los otros, negando el valor a un hecho que, por mucho que estuviese socialmente descontado, constituye la certificación de la noticia más importante registrada en la Euskadi moderna. 

Lo triste es que la magnífica noticia se haya producido cuando su valor intrínseco se había esfumado. Más o menos, le ha pasado lo mismo que lo que ocurrió la mañana del 1 de abril de 1939 al dinero acuñado por la República, tal y como define perfectamente, el protagonista de "Las bicicletas son para el verano" de nuestro añorado Fernando Fernán Gomez.

Pero, aun así, se trataba de que la mayor parte de la clase política se limitase a remar a favor y poner el lacre al acceso a un capítulo nuevo de nuestra andadura. Que todo apunta será mucho más gratificante. De lo que iba es de apostar por lanzar puentes, trabajar en los de la transversalidad, por la recomposición de una sociedad, que buena falta le hace. No olvidemos que hemos pasado, sin la debida digestión y vigilia, de la asunción, en el mejor de los casos silente, de una actividad terrorista, a la carcajada idiota ante el penoso estereotipo que, del abertzale, nos ha ofrecido, en el celuloide de los últimos tiempos, la españolada de serie B.

Ante este reto la clase política decide, una vez más, hacer lo que le sale de las gónadas. En una suerte de estrategia estéril e interesada e imbuida de cábalas electorales o simplemente del más puro y latino tacticismo en busca del regate en corto.

Para ello, no dudan de secuestrar a las víctimas, de validar la vigencia de políticas penitenciarias a todas luces anquilosadas, o de reivindicar una suerte de aspiración de un pueblo cuya representación se arrogan, sin apercibirse de que pueblo y aspiración han mudado completamente su plumaje en los últimos quince años.

Así, daba grima el escuchar las intervenciones que se centraban en el trampantojo de la manida declaración. Otro canto a lo accesorio. Un nuevo desprecio a lo relevante. Se desgañitaban refiriéndose a quién estuvo y quien no, lo que se dijo y lo que se omitió, o sobre la pobreza estética del mensaje de despedida (me pregunto si pretendían un castillo de fuegos artificiales culminado, a modo de colofón, con una leyenda pirotécnica ”Good Bye” coronando el cielo de Iparralde). 

Puras martingalas para no afrontar aquello que de lo que hace tiempo resultan deudores.




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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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