CENICIENTAS

El año pasado, cuando mi compadre ME pululaba por Sevilla en la reivindicación del legado osasunista del gran Ángel, escribí un post que se llamaba Campeonar. Mantenía que lo importante es el patrimonio afectivo que generas antes de entrar al estadio, aquello que ocurre después se rige por unas leyes, las del deporte, que hacen que el conjuro, como el de las Cenicientas urbanas, desaparezca.

Paseo por Bilbao y me detengo en contemplar lo bien que le sienta la ilusión de campeonar. Fachadas engalanadas, balcones arremangados en rojiblanco y comercios pugnando por la originalidad. Aroma de ilusión en el ambiente, pero con ese señorío propio de una villa liberal que, aunque haya elegido el bando perdedor en todas las guerras de los últimos dos siglos, se erige orgullosa de sí misma.

Cuando en el aperreo laboral voy de un sitio a otro, los fotogramas de Bilbao no se detienen, pero hoy es distinto. En cada calle, se unen para mí un momento retenido en el tiempo, una huella, y un fetiche del Athletic, y me gusta jugar a mezclar unos con otros. El recuerdo se aviva con mi maldita buena memoria y emergen viajes al San Mamés antiguo de la mano de mi Aita desde Gernika sin poder reposar la comida del domingo. Me aburrí de no reposar la comida, pero me quedo el poso.

Entonces, años atrás, caminaba sin ver, apresurado para cobrarte el objetivo y volver. Ahora, más viejo, me permito el lujo de mirar, apreciar los detalles, embeberme de la ilusión que todo lo inunda en estas fechas, al igual que lo hizo tantas veces antes, aun con desiguales resultados.

Cuando éramos chavales y los triunfos se sucedían, no intuíamos que todo mutaría a una vigilia de cuatro décadas sin husmear ni siquiera la opción de repetir. Y ahi esta el secreto de la combinación de la caja fuerte de la alegría, celebrar la víspera de lo que esta por venir, salga después cara o cruz. Ocurre como con los viajes, solo en su preparación puedes alcanzar el orgasmo viajero.

Cuando acumulas experiencias restringes la gama del color que separa el triunfo del fracaso. Aceptas el particular pacto con tu diablo por el que sacrificas un tono de intensidad en el triunfo por lastrar la caída al averno a la que te lleva el fracaso. Y, como consecuencia directa, exprimes el jugo a los previos, que, a fin y al cabo, nunca fallan.

No sé si hoy será o no porque eso es deporte. Solo se que estuve en la final de 1984 y salí del Bernabéu con el ánimo contraído por la batalla campal del final y que en la calle nos echaron huevos desde un balcón algunos que querrían seguir llamando vascongadas al lugar del que volvíamos.

De lo que estoy convencido que, al lado de Chica9, otra superviviente que presenció en directo la etapa de triunfos, aprovecharemos la bondad de la primavera y la extensión de los días con más horas de luz para disfrutar de los previos. Mientras observamos la compleja muestra del caleidoscopio humano más urbano y cosmopolita que se ha reunido a mil kilómetros de aquí.

Sin olvidarnos de que a las diez, las Cenicientas vuelven a casa.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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