Volverme al Urdaibai natal me ha permitido el recuperar juegos verbales como son la utilización del posesivo.
Me llama la atención, que se siga denominando a los paisanos por pertenencia a una tribu (el de la Atalaya) o a por el vientre del que procede (la de la Lourdes). Si no, por su lugar de procedencia, la extremeña o el gernikes.
Reflexionó que el posesivo es como una arma de fuego, no es buena o mala per se, depende ciertamente de la utilidad que se le dé. Así, existen posesivos que atan, como el que utiliza un hombre celoso para referirse a su mujer, con esa pátina de vaselina protectora con la que la aísla del mundo. O existe el posesivo materno, que se refiere a su rebaño con el calor uterino que sólo puede dar una madre a sus hijos.
Siempre ha existido, es un sentimiento inversamente proporcional al número de habitantes, un posesivo de pertenencia a los orígenes o al lugar de amanecida. Sólo los que somos del pueblo podemos opinar, los veraneantes nos abandonan cuando cierra el txiringo de la playa o la heladería empieza a expender churros. No tiene voz quien no aguanta la murria melancólica del invierno.
Esa frontera entre el propio y el ajeno me lleva a una entrevista que acabo de ver. Francis Díez, vocalista de Doctor Deseo y rapsoda vocacional. Habla de que en los ochenta, en su Uribarri natal sólo había maquetos. O de Burgos o de Galicia. No podían utilizar el posesivo porque consideraban que aquel Bllbao de lluvia gris sólo pertenecía a los patrios y no al público de aluvión..
Cuatro décadas después, ese maqueto, orgulloso de serlo, es quien mejor ha radiografíado Bilbao desde sus letras. Visión circular de la vida.
Y llueve en Bilbao, y el día saluda pálido y gris,....