KERMAN LEJARRAGA Y EL MACHITO GAGO. REMEMBRANZAS DEL BOXEO EN BILBAO

Ocho mil personas abarrotan Miribilla. "El Machito Gago" y "El Revólver de Morga" se hacen con el cinturón europeo. Txutxi Del Valle, materia gris, que desde el deustuarra “Manpo” ha comandado el renacer del boxeo en Euskadi, salta en su rincón. Se ha ganado la batalla, la de la conexión con una sociedad que llevaba tantos años dándoles la espalda. La de los medios que, por fin, se hicieron eco de la velada. La de la juventud, que se ha enganchado a este deporte. Sí, deporte, sí de caballeros.

He querido echar la vista atrás, para recordar que la resurrección pugilistica del Bocho tiene su anclaje histórico. Hace cien, setenta o cuarenta años atras, atrapaba a los que abarrotaban las veladas del teatro Circo del Ensanche, el Club Deportivo, la Plaza de Toros de Vista Alegre o La Casilla, los cuatro vértices del boxeo en Bilbao. Ahora son sus nietos, quienes se catapultarón de sus asientos, cuando Kerman mandaba a la lona al británico en el segundo asalto.

Hemos sido tierra de promotores, de púgiles, de lucha, de apuesta y de verdad. En 1949 se organiza por primera vez en el Club Deportivo de Bilbao el torneo al Boxeador Desconocido, una auténtica cantera de grandes campeones donde saltaban al cuadrilátero aquellos amateurs que no conocían la competición en ninguna de sus vertientes. 

En palabras de José Ramón Argoitia “Había decenas de boxeadores en Bilbao y otros muchos repartidos por Gipuzkoa. En Bilbao se boxeaba en el cine Buenos Aires, en la plaza de toros, en el Euskalduna, en el Deportivo, y hasta se hicieron unos cuantos combates sobre una gabarra, en el río, cerca del puente de San Antón, pero sólo fueron dos o tres años y eran combates amateurs. En los cincuenta, etapa que yo considero como la segunda Edad de Oro del boxeo vasco, había muchos boxeadores en los barrios de San Francisco y en Urazurrutia; también había muchos deportistas de la Margen Izquierda, porque esa zona ha sido nuestro Bronx”. 

De ahí surgieron dos de los más grandes, Benito Canal y José María Madrazo, que tuvieron como mentor a Doroteo Basabe y entrenaban en un gimnasio en grado de tentativa que se desplegó en las duchas de La Concha, cerca de La Casilla. Es de justicia, detenerse en ellos y esbozar su semblanza a modo del homenaje tributado a golpe de diez toques de gong.

Benito Canal, vasco de origen gallego, y enorme corazón, falleció hace menos de dos años después de estar encerrado en esa habitación de los sueños que es el Alzheimer. Fue campeón de España de los pesados en un puñado de ocasiones y míticos fueron sus enfrentamientos con Mariano Echevarria. Cuelga los guantes en 1971, tras un K.O autoinducido en la velada que le enfrenta a Urtain en la Plaza de Toros de Vista Alegre, dentro de aquel paseíllo que le prepararon al morrosko en su camino al campeonato de Europa, del que luego hablaremos. Al bueno de Benito, que no sabía fingir ni en la vida ni entre las doce cuerdas, le retuvieron La Bolsa. “Me han dado más hostias en la vida que en el ring”, llegaría a decir. 

José María Madrazo, campeón de España de medio y superligero, había nacido en el barrio de San Francisco. Quizá por el lugar de alumbramiento, la prensa escribía de el que era un mujeriego. En su defensa, siempre alegó que jamas se acostaba con mujeres cuando estaba concentrado y que, al ser un personaje conocido en el barrio, las putas iban a verle y a besarle. Quien cortó su carrera fue el madrileño, de, barrio de Ventas, Luis Folledo, carismático personaje, aprendiz de novillero, que junto a Fred Galiana fue el precursor de la edad de oro del boxeo español. 

Hay que rescatar también la memoria de Luis Aisa, cuya viuda, Aurori, y familia sigue regentando el establecimiento que antes fuera “El Oro del Ring” en la calle Santa Maria de Portugalete. Auro se muestra encantada de compartir con quien le hable de su marido los recortes de periódicos que jalean una carrera que corona con el campeonato de España de peso pluma y que finaliza en 1972. Todos los recuerdos de su Luis, para los jarrilleros el “Guay”, se guardan asolerados en una carpeta y se engrasan con su prodigiosa memoria. Para los anales de la historia, esa frase que me regalase al sacarme una cerveza, “Era imposible que Luis ganase a Legrá, que vino diciendo !Viva España,Viva Franco¡, cuando nosotros éramos más bien rojillos”

Adentrándonos en los setenta, llegamos a uno de mis personajes predilectos del Bocho. Agustin Senín. Su heterodoxia se plasmó en un autodestrucción que conocí de primera mano en sus estertores cuando frecuentábamos “La Taberna de Koldo”. Vamos con la historia. “El Tigre de Irala”, Agustin Senín, zurdo, peso gallo, campeón olímpico, imbatido como profesional, campeón de Europa en ejercicio,  le nombran aspirante al título mundial, se concierta la pelea... y se retira.  Con 28 años, cuelga sus guantes en la Plaza del Árbol situada bajo la plaza de toros de Vista Alegre, donde había pasaportado al inglés, Alan Rudkin , y abre una peluquería de señoras en la que gana con los rulos, las tijeras, los tintes y el secador, la fama que en los años sesenta alcanzase  con los guantes.

Siempre le acompañó un halo de tristeza, de fracaso, y, nadie entendió la razón que le llevó a la retirada, cuando, aunque no se había enfrentado a grandísimos púgiles, tenía un record inmaculado y la posibilidad de rentabilizar con media docena de combates el esfuerzo de varios años.

La última estación de la ebullición del boxeo en Bilbao, la protagonizó Urtain. Varios combates, organizados entre otros por el ilustre José María Losa, lograrían paralizar Bilbao. Especialmente a partir de 1970, cuando se hace con el entorchado europeo de los pesados en Madrid, ante el alemán Peter Weiland, y su bisoñé volador. Pero me permitirán que no desarrolle esa historia, que me parece más propia de un juguete roto en manos de francotiradores. Nada más hay que fijarse con como acabo.

Prefiero quedarme con una referencia que he extraído de internet y que refleja perfectamente la popularidad del boxeo en Bilbao.

 “En el bar Mendia, en la plaza Eguileor, había un ring pequeño y la gente de alta alcurnia se ponía los guantes y hacían el paripé, aunque a veces también se daban de verdad. Era curioso ver a los caballeros bilbainos haciendo boxeo”.

 Pena que los de nuestra quinta, no hayamos podido disfrutarlo. 

 Como epílogo, un recuerdo para los nostálgicos que mantuvieron en pie este deporte desde las catacumbas de la indiferencia social. Se reunían una o dos veces al año en el Centro Gallego de Zabalburu y mantener viva la llama del boxeo, recopilando datos, organizando comidas, publicando una revista…

A la cabeza, andaba Pedro Revilla, hombre orquesta del boxeo local, que entonces hojeaba las más de 180 fichas de boxeadores vascos que guardaba en un pequeño y oscuro camarote de Derio. Si se le hubiese preguntado entonces por la posibilidad de organizar una velada con dos campeones de Europa vizcaínos y ocho mil personas en las gradas, no hubiera podido escapar una lágrima de pura nostalgia. 

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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