MULTIDEPORTE

El poblado de finales de los setenta y principios de los ochenta era básico en todo. Me imagino que de ahí procedería buena parte de su encanto.

Y más básico aún eran la organización de los deportes en el cole. No se había inventado aún la Educación Física y existía la gimnasia. Quedaba aún algún rescoldo de profesor pseudo falangista, de los que no pudieron adjudicarse estancos (reservados para los mellados y las viudas de combatientes) ni puestos de guardavias en la estación.

Pero aquello obedecía a la más pura división por género. Nosotros al fútbol, te gustara o no y ellas, con el mismo credo, al baloncesto. La adscripción obligatoria generaba sainetes. Aquellos a los que el balompié se la bufaba hacían corrillos al lado del poste de la portería. Y algún gol salvaron por el principio de impenetrabilidad de los cuerpos. E

n el basket la zona más recogida era la mitad del campo, más bien esquinado, donde podías presenciar las idas y venidas de la turba sin meterte en problemas.

Como a los falangistas les sustituian profesores que venían de Bilbao (a los que sólo quedaban para elegir Carranza o Gernika), el pelo de la ciudad les ponía creativos. Con ese fervor de cambio que te da la juventud instauraban el multideporte. No sabían entonces donde se metían.

En Gernika de medios andábamos justos, de creatividad sobrados y de aguante para la modernidad llegamos al mundo ya en reserva. Primer deporte, el voleibol. La red del hijo del pescatero y un par de herrumbes que quedaron de la última reforma del patio componían el andamiaje. Vale que no parecía la de la tele y que si te acercabas había riesgo de derrumbe o se te clavaba una espina. Pero el pego daba.

El campo pintado con tiza robada del encerado. Salvo que lloviera, pero como siempre llovía no se veía nada. Balón el de fútbol que también era redondo. Al de dos palmetazos aquello no volaba por la inutilidad general. Tanto esfuerzo de montaje y para qué.

El capitalino no se daba por vencido. Pasábamos al balonmano, que al menos las porterías de futbito servían. Aquello era aun más absurdo. En primer lugar nadie quería ponerse de portero que había mucho burro allí suelo .y te podían marcar la cara o saltarte un diente. Como nadie atendíamos a las reglas, el profesor se quedaba loco porque todo el mundo pisaba el area. Y ya saltar para caerte en una gravilla y flagelarte de heridas tampoco era muy apetecible.

Así que todo el mundo optaba por pasar desapercibido. Sin darnos cuenta, habíamos inventado la mejor forma de subsistir en nuestra sociedad, Nos pasábamos el balón de un lado a otro sin ningún objetivo. Había partidos tan absurdos que quedaban cero a cero y nadie se acercaba a las porterías. Donde estaban arremolinados los mismos antideporte que lo hacían en el fútbol, pero con mas tranquilidad.

A a tercera el pseudo listo metió ideas en el maletero de su coche y se volvió para Bilbao.

Qué esos barbaros se cocieran en su propio jugo pensaría. Ese que segregaban fútbol y  baloncesto.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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