LAR

Como con mi compadre IA en al Restaurante Lar del inefable Miguel Justo. Un lugar al que no debes de acudir, si no gustas de que el dueño del establecimiento se inmiscuya en tu conversación. Nosotros queremos, y por eso vamos a comer de cuchara. Al reencuentro de otros descatalogados de nuestra generación, los guisos.

Durante la comida coincidimos en que nos ha atrapado el desarraigo. Visionamos lo que ocurre desde el destierro, subidos a la atalaya de la desafección. Y concluimos que es una gran putada, porque, al fin y al cabo, el gregarismo de pertenecer a una época, un pueblo, una religión o sentirte fan del C.D. Puerta Bonita de Carabanchel te abrocha con el cinturón de sentirte como los demás. Pero para sentir con los demás ya están los demás.

Vamos, que miramos a lo que nos rodea con esa mirada ajena que diriges a los invitados a una boda con los que te cruzas celebrando el post festejo o a los Testigos de Jehova acampados en la calle una tarde de domingo con 35 grados. Sin poder evitar una lejanía solitaria con ese microcosmos en el que chapotean integrados como si fueran hermanos de sangre.

Es curioso que ambos hemos optado por el mutismo, siendo conscientes de que por mucho que te empeñes, las explicaciones es que, por muy bien que se den, al final siempre terminan pareciendo excusas. Sobre todo, en la sociedad del titular, donde todo el que te rodea se considera poseedor la legitimidad de la verdad oficial, porque nadie tiene tiempo para profundizar. Y si alguien la cuestiona, con espetarle lo de facha ganas salvoconducto de superioridad moral aunque no tengas ni puta razón ni sepas de lo que estás hablando.

Para combatir la sensación, ración de racionalismo, tiramos de placebos como lectura, hobbies, opera y baloncesto, pero hasta estos se gastan con el uso. Probablemente, será cuestión de ciclo vital, que también se gasta esa ilusión, el empuje y la ambición con la que nos destetamos en esta vida personal y profesional. Me recuerda a la letra de La Kriptonita del maestro Krahe.

Háblanos de Javier Monzón, el comunista navarro al que expulsaron coléricamente del PCE, (años después fue rehabilitado) por desviaciones personales y morales tras aquella candorosa invasión el Valle de Aran a la que se denominó ampulosamente como Operación Reconquista. De las Colonias de los EEUU que siguieron al más se perdió en Cuba del 1898. Vericuetos del mundo en sepia. Muchísimo más interesante que el de Technicolor.

Y nos comimos una Sopa de Pescado memorable. Acompañados de la labia de Miguel y el buen hacer de Conchi.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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