TIFOIDEA

Así define la RAE a tipo de fiebre producida por un microbio. No hay una palabra que mejor se adapte a ese aluvión de hamburgueserías de toda calaña que nos ametrallan de burguers del mas variado haz que te puedas imaginar

En nuestra niñez, por lo menos en la mía, las hamburguesas tenían algo de exotismo culinario. En casa tu madre te la emplataba con forma de mazamorra elaborada con los despojos que gastaba el carnicero. Era una comida de puro recurso cuando se le agotaban las ideas delante del fogón.

Tampoco existían restaurantes especializados solo en hamburguesas. A lo sumo, bares de bocadillos que tenían dentro de su muestrario, hamburguesas con nombres que pasaron a la historia, como Alemana, Holandesa y la mítica viuda. En ninguna de las tres faltaba un tomate frisando la congelación, una hoja de lechuga mustia que no revivía ni con una transfusión de EPO y el pan, no era de molde con semillas, sino el mismo de la barra que comprabas cada mañana.

En Bilbao había alguna perdida como el Ugari, pero ni rastro de aquellos McDonald’s y Burger King que aparecían en las series americanas y que se te antojaban tan lejanos como Hollywood o tener opciones de ser el protagonista de Karate Kid.

El mundo que nos rodea en estos momentos es un mosaico de un histérico abanico de hamburgueserías. Se han convertido en una plaga y empiezan a soltar un olor hediondo a tocomocho culinario. Más que nada, ya que nos quieren convencer que la de cada uno es el no va más.Y claro está, te las venden a precio de no va más.

La oferta pasa ( y me dejaré varios cientos) de la nostalgia norteamericana de los cincuenta, a las hamburguesas de autor firmadas por aristochefs, alternativas orgánicas (es un oximorón eso de la hamburguesa orgánica),  restaurantes hipster de todo pelaje,…

Dentro de esta pequeña timoteca está mi preferida. Esa que te intenta convencer que la que te vas a comer esta elaborada con la carne de una novilla vestal, hija del vellosino de oro, que solo ha inhalado oxigeno no contaminado en una aldea a la que no ha llegado la polución y ha deglutido exclusivamente la leche de la ubre de la loba que amamantó a Rómulo y Remo.

En esas contradicciones en las que acostumbra a caer la progresía urbanita, los mismos que impulsaban hace una década campañas contra las cadenas de comida rápida, a las que acusaban de componer la picadura con carne del pescuezo de roedor, se hacen asiduos de esas boutiques de la hamburguesa pretenciosa.

Me recuerda al desembarco de las pizzas a finales de los noventa. Que cómo han pasado de ahi a los Telepizzas. Degenerando, igual que le ocurriera a D. Luis Mazzantini después de pasar de torero a Gobernador Civil de Guadalajara.