FUETAK

Es como llamaban en Bermeo a los fuegos artificiales. Los lanzaban tres veces al año. En las fiestas de Andra Mari, (el 8 de septiembre, día de la virgen de Almike y a la semana siguiente la víspera del 16, Santa Eufemia), en Nochevieja y a la llegada de los Reyes Magos, que venían por mar en barco de pesca.

En Nochevieja, por aquello que el bermeano es excesivo en y para todo, a los fuetak se les acompañaba con disparos por la ventana escopeta en ristre. La zapatiesta era mundial y la sucesión de imágenes parecían congeladas entre tanto flash y estrépito. La única triaca que gastábamos los críos contra la explosión de los tímpanos era taparnos las orejas con ambas manos.

La primera vez que escuche que a los perros les desquiciaban las fuetak fue refiriéndose al difundo Troy. Troy, que era un can de lo mas vulgar, de esos de sin raza y apátridas con mirada perdida, y pelaje marrón y negro, era el perro de una prima, Mari Paz, una señora de lo más agradable. Recuerdo que de niño siempre me contaba que llevase casco en la moto porque su sobrino había fallecido de accidente por no llevarlo, y que había que cuidar a los perros como si fueran hijos.

He de reconocer que aunque conmigo no fuera el oráculo de Delfos, no me he subido jamas en una moto y tengo miedo reverencial a los perros, que me lo huelen y se hacen los amos cuando se me acercan, era una pionera de lo que iba a ocurrir cuarenta años después.

Leo que grandes personajes de nuestra sociedad imploran que no se atroné durante Nochevieja en respeto al bienestar perruno. A mi eso no me parece ni bien, ni mal. Incluso agradezco que la gente no sea plasta, pero lo que realmente me gusta es que cada uno tire de libertad para hacer lo que quiera siempre que no joda demasiado al vecino. Agradezco que el cambio de dígito se celebre con estruendos, más por costumbrismo que por otra cosa.

Pero cuando leo que en Bilbao el numero de canes supera al de bípedos me empiezo a amoscar. Y ya el asunto llega a punto de ebullición cuando alguien, cada vez mas a menudo, me dice que el cariño que ha recibido de un animal jamas se lo ha dado un ser humano. Míratelo, contesto siempre.

Lo que me lleva a pensar en algo que me imagino muchos otros pensaran. La diferencia entre los animales y el género humano, es que aquéllos deben descubrirlo todo en cada generación –y por eso están siempre en el mismo sitio de la escala evolutiva–, mientras que el hombre transmite lo ya aprendido y evoluciona a partir de ese punto. Fruto de esa evolución no morimos de lepra, se ha descubierto la aspirina, el microscopio o la rueda , se ha escrito El Lazarillo de Tormes, Goya pintó La Maja Desnuda, el hombre pisó la luna y la esperanza de vida se ha incrementado en una década en los últimos trescientos años.

Son trampolines que el hombre que nace ya no necesita subir para seguir subiendo. Mientras que al nieto de Troy le siguen desquiciando los petardos de la noche de San Silvestre.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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