ESCABEL

Ando amoscado este verano. Me invade la sensación de que, dos años después, me han dado el cambiazo y, en lugar del original, me han dado la copia china ful comprada en el Bazar Li Chun.

Vale con que aparentemente todo es lo que era. En la playa, reggaeton a golpe de baffle comunal y partidos de fútbol de todos contra todos, sin que falten espaldas y cuerpos bronceados por doquier. De mañana, presencia masculina comprando el pack pan-periódico y runners vestidos de Decathlon tirando de un ronzal de perros. Y la típica estampa de los pueblos de veraneo, contenedores repletos e incapaces de deglutir la basura de aluvión.

Pero es que me parece un remedo irreal de lo que era porque han adelantado las manecillas del reloj y, con ello, roto el ritmo de la canícula vasca. Y me explico. Hasta hace tres años la actividad del veraneante obedecía a un patron reconocible cuyo cordón umbilical era, más menos: playa-caña-comida-siesta-playa-terrazeo-cena-alterne.

La nueva modalidad consiste en estirar las primeras cuentas del rosario, y exprimir al máximo las horas de luz. Con lo que la Grey se planta en el terrazeo o, a lo sumo, en una cena que, cada vez más, da comienzo en el uso horario centroeuropeo. Ese que descubrí la primer vez que visitara Benidorm con mi amuma donde una recua de alemanes se inflaban de ketchup mientras ella hacia sopas en el café con leche.

Por lo que ya solo alterna a deshoras la chavalería, que sigue litrando, como corresponde, Lo que genera que desde las once de la noche, las calles presenten estampas propias del puerto de Rostock una madrugada de febrero con el viento del báltico atizando. Se une a que los bares, que no están para perder, peguen persianazo a esa hora, por lo que el panorama es desolador. Que se convertirá en una tumba egipcia si los planes de equilibrio energético del gobierno terminan de ver la luz (en este caso a quitarla)

Ese cambio de atmósfera se une a otra metamorfosis social que me ha impactado. No creía a mi compadre JA cuando me lo espetó en los tendidos de Ázpeitia. Los gordos y los gafotas han desaparecido de los cuadros infantiles y juveniles. La metrosexualidad y la imagen que reflecta la mass media de cuerpos perfectos se los han llevado consigo.

Y perder la imagen del orondo feliz y del gafotas con gafas empañadas es como si a mis recuerdos infantiles les hubieran aplicado la electrólisis para recubrirlos de una galvanoplastia de oscuridad.

Me han quitado el escabel donde reposaba mi memoria infantil. Y eso, cuando eres cincuentón, es como si extirpasen el apéndice.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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