EL DORADO

No hay nada más exultante que la decadencia. Siempre me ha llamado la atención la de esos negocios, o atracciones de feria, en el que un frontal luminoso o un letrero con luces de neón, que fue ideado en su momento para actuar como reclamo, ha pasado a reflejar la víspera del fracaso. El aroma a ruina procede de que algunas bombillas están fundidas y otras sueltas o desenroscadas, por lo que sólo lanzan destellos, cada vez más intermitentes.

Ya sea por falta de dinero, ganas, o mera dejadez no cambiar las bombillas te aproxima un poco más cada mañana, al precipicio que conduce al ocaso. Con los frontales o los letreros ocurre lo mismo que con las páginas web, las que, salvo excepciones, no están creadas para captar clientes, sino para no perderlos una vez visualizados, por epatar cutrerio.

Se puede perfectamente trasladar a la vida de cada uno. Entre la gavilla de enseñanzas que me dejó mi aita, nunca de forma de confesión frontal y personal, que para algo era vasco, sino enroscada en historias paralelas que se amalgaman con terceros recuerdo dos que vienen al caso. La primera, que la dignidad acumulada en toda una vida, puede arruinarse en una noche desafortunada o en una mala mano. La otra, que en los negocios o en la vida, aquello que no crece mengua, y lo que mengua, desaparece.

Tal y como pimponeaba mensajes esta mañana con Chica9, a la que intuí frontal luminoso de portada de feria del Sur, una adecuada terapia en cualquier ámbito es la de prevenir cortocircuitos, y tener preparado nutrido arsenal de bombillas de repuesto.

Eso sí, el electricista ha de actuar por mera devoción, porque con la vocación impostada ocurre como con el miedo de los toreros, que se olisquea por el animal, que se apropia del proscenio. Sólo así, consigue aplicarse al mantenimiento del cuadro eléctrico, y que luzca en su plenitud.

La devoción se demuestra celebrando, como si fuera el descubrimiento de El Dorado en el altiplano colombiano, que te den la ocasión de pelar cables, engrasar su poder lumínico, cambiar casquillos y calibrar los electrodos. Y presenciar con la modestia de saberte elegido para la función subalterna que, con tus cuidados, el cuadro eléctrico luce  con la fuerza y la vida con la que lo hace (y no lo hacía desde tiempos del Naranjito).

Una especie de porque tu lo generas y yo lo mantengo vivo.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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