LA CORONA

El juego de la política actual me aburre solemnemente porque me parece un equilibrio de egos que componen un foxtrot en el que el ritmo lo marcan los condicionantes psicológicos. La clave suele ser analizar todo en sentido inverso para que se perciba esa constante manipulación.

Cuando un político dice de uno mismo que es humilde, se disfraza la soberbia, cuando te advierte de que va a decir la verdad, miente, en el momento en el que parafrasea puedes estar seguro de que desconoce todo sobre el parafraseado, y cuando se asegura que algo es lo que todo el mundo piensa, en realidad no lo piensa nadie pero se pretende inducir a que todo el mundo lo piense.

Así que lo extraje de mis pensamientos con el mismo desapego que cuando tiraba de crio las peladuras de una mandarina desde la ventanilla del R12 corinto de mi aita, sin que se dieran cuenta, ni el ni mi ama. Hasta que en la tarde de ayer mi retina se fijo en la corona.

La imagen la mostraba caída, abandonada en la puerta de Genova como el garrriko rojo sanferminero en la madrugada del catorce de julio. La cinta rezaba un “D.E.P., Casado”, al que los “Ayusers” coreaban. Esa sobredosis de casticismo cañí, con los mariachis, la cartelería cutre, el friki motero, del poso filosófico de las coplillas Casado fracasado, solución dimisión, me atrapó. Así que estoy de nuevo embelesado con las cuitas políticas.

Lo primero que pensé es que ese harakiri intestino siempre ha sido más propio de izquierdas que de derechas. No en vano, la izquierda, desde que asumió la representación del puritanismo, y lo ciñó todo a una baliza moral inalcanzable, se lo puso muy fácil a su rival. Predican tanta probidad incólume para el de lado que terminan por autoinmolarse, porque nadie es capaz en la práctica de sostener esa moralidad sin tacha.

A partir de ahi, el sainete me hizo pensar si ese estado de ánimo gregario sobre el que se encuentra construida la estructura de partidos políticos en este país es sostenible en tiempos del Mass Media. La afiliación y sus obligaciones implican un sentimiento de adhesion que hace al individuo formar parte orgullosa de un organismo compacto y en marcha que le instala automáticamente en las seseras la idea indiscutible de que todo aquello, vivo o semoviente, que no pertenece al clan es innegablemente inferior al que está dentro. Y eso era obviamente mas fácil cuando no tenías información y opinión acechando a golpe de clic del ratón.

Y no encaja en ese ecosistema un espécimen como Ayuso que tiene una idea y no la somete a nadie. Como dice Chica9, lo que parece una idea reflexionada y correcta cuando lee el texto de MAR se deshilacha cuando improvisa en directo, pero es un verso suelto que desvitaliza cualquier estructura coral de pensamiento único.

Eso le granjea, como ocurre con los futbolistas, las actrices o los you tubers, seguidores entregados, hooligans como se vio ayer. Porque destila heterodoxia y se manifiesta con naturalidad, lo que lleva a confundirse a los que dirigen el cotarro que siguen con la veleidosa opinión de los monitos caprichosos .

Y como ocurría en la Edad de Oro del toreo se enfrentan con el odio intestino que sólo se segrega de la propia viscera, los seguidores de ambas trincheras. Los de José y los de Juan, antaño, los Ayuseros y Oficialistas ahora.

Perderán ambos.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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