CONFESARTE

Dice Chica9 que, para maximizar las opciones de vender tu casa durante la visita propiciada por una inmobiliaria, el truco es poner a hervir café en una cafetera italiana para que la cafeína tiña la atmósfera del olor a lar.

Baste como ejemplo de los reclamos que sirven para equilibrar el microcosmos que nos rodea y ordenarlo de algún mod. En ese juego de poleas y resortes mentales de los que te vas valiendo  cuando envejeces y tus recuerdos llegan al tiempo en el que Unamuno fue desterrado a Fuerteventura.

Pero en la vida hay sitios de donde uno no puede hui.r Por eso, tus recuerdos de infancia lo son para siempre.

Inopinadamente, esta mañana me ha acosado uno el pensamiento. El tiempo en el que el confesarte era costumbre preceptiva y acendrada, como lo son aquellas que se repiten como automatismos, como el mear antes de irte a la cama, desayunar o persignarte antes de despegar.

En el Gernika del tardofranquismo, nada más te habías desvirgado tras la Primera Comunión, te conducían al rito iniciado de la confesión. Una al mes, día de labor o, a lo sumo, sábado fuera del horario de culto. Iglesia vacía, frio polar y como banda sonora el eco de tus propios pasos amplificado. Las primeras veces aquello servía para acojonar bastante mas que para poner en paz tu conciencia que es como lo vendía la propaganda oficial.

Había varios confesionarios pero, ni siquiera en aquellos tiempos, era nutrida la demanda, beatería y chabaleria llevada a lazo. Solo  se despachaba en uno de ellos, que encendía una lucecita de taxi libres. Liturgia sencilla, paseíllo hasta la casetilla, mostrarte en cuclillas en el reclinatorio del lateral, y diatriba, Ave María Purísima, contestada, al otro lado de la rejilla de madera con un sin pecado concebida de ultratumba. La voz de vuelta sonaba cansada, más que nada, por fuerza de la repetición.

Si bien la primera ocasión, aquello imponía, poco a poco le ibas cogiendo el tranquillo. Con un par de lugares comunes, el trámite discurría sin pena, ni nunca mejor dicho, gloria. Dentro del portfolio de pecados, se acuñaba una  triple tipología, de palabra, obra y omisión. Como las virtudes teologales pero al reverso.

Dijeras lo que dijeras, el cambio oficial te devolvía, como si fuera una tragaperras, el mismo número de padre nuestros. Al principio te aplicabas a la penitencia pero, en poco tiempo, te amoscabas para darte cuenta que solo era cuestión gestual el dejar que pasara el tiempo absorto en tus pensamientos.

No tardo mucho, me imagino que por una mezcla de crisis de vocaciones y economía de escala, en acuñarse una performance coral, la confesión comunitaria. Aquello aceleraba formalidades, y por lo menos, el ambiente era más acogedor y luminoso, al que asistías  rodeado de tus compañeros de clase o de aquella otra némesis en riesgo de desaparición como era la Catequesis.

Pero de esa hablaremos otro día.

Etiquetas
Compartir
Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
Posts relacionados