MATACHÍN (Y CASQUERIA)

Tengo una apuesta cobrada con la Fikicuadrilla. En menos de una década prohiben, los callos, morros, criadillas, sesos, sangre y demás casquería. Y lo peor es lo van a hacer por puras razones de estética, porque pintan mal y ya se sabe que el escrúpulo no conjuga bien con el modernismo.

Y lo peor es que, salvo a matachines, criadores del material cárnico y los cuatro violadores de la regla del yantar liofilizado que los seguimos degustando no importara a nadie que no te puedas embadurnar los birretes con el aceite de unos riñones, como los que servia el añorado Grosly.

Pero la realidad es pertinaz. Por mucho que se la pretenda engalanar, y por mucho que se empeñen en edulcorarla, también es violenta. No hay paraísos inmunes a ella. Si, como el que suscribe, procedes de un mundo rural, te acompaña como un axioma innegociable.

Por eso me choca tanto cuando escucho los demás, y me jode, aunque como dice con su agudeza habitual Chica9 para ser los demás ya están los demás, hablar del mundo rural ficticio.

Ese idealizado, que existe en la imaginación de algunos, que les permite criticar al Toro de La Vega o la terapia de muerte del matadero, mientras se toman unas cañitas en la Latina revestido de urbanistas. Será criticable, pero siempre que te hayas pegado algún garbeo alguna vez por Tordesillas o conozcas, al menos de refilón, que en el desolladero no es posible apiolar por susto, para tener pajolera idea de lo que hablas.

El mismo mundo idealizado que traen en la cabeza los neorrurales que dicen querer alejarse de la alienación de las ciudades y volver al contacto con la naturaleza, a la esencia del ser humano. Cultivan tomates y lechugas en sus huertos y compran ropa ecológica, comercio justo.

Se quejan cuando ven cómo algún vecino patea al perro callejero, cómo se burlan del subnormal que vagabundea por el pueblo o critican a los forasteros mientras el cerdo chilla desangrándose, atado por las patas, abierto en canal. Con las moscas volando alrededor.

Quizás la urbanidad de las ciudades sea una impostura, pero ¿quién quiere enfrentarse a como somos realmente? Al hombre, sin normas que le aten ni necesidades sociales que contengan sus instintos.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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