RE COPA

La final del sábado ha sido una aparición mariana en forma de espita de la ilusión. En tiempos del cólera vírico supone un bálsamo de un valor incalculable para la moral de un vulgo que anda desquiciado tratando de distinguir un día del anterior.

El tremolar de banderas y ornamentos ha servido para dar una pátina de color a Bilbo y Donosti durante algo tan sepia y peñazo como es la Semana Santa. Con más carga la de este año plagada de especímenes locales imposibilitados para navegar allende mares que necesitaban una pértiga con lo que saltar el listón del sesteo.

Desterradas por aquello del toque de queda, las comidas txokeras, los encuentros en bares, las expediciones al estadio o los eventos multitudinarios en plazas y polideportivos, sera final de salón de casa. Con los tuyos, les guste o no el fútbol, arrebujados frente al televisor. Como ocurría antaño en Eurovision, pero sin papeleta de votaciones. Ni siquiera se cruzaran porras porque nadie se plantea perder, ni siquiera por casualidad.

Y ante dos pueblos encastillados en la victoria por ablación,me barrunto un encuentro barriobajero, profusion de tanganas. Leo y escucho aquello de lo que no puedo escapar, ya que la final lo acapara todo, para comprobar que, desde la media, se ha planteado como un combate entre gladiadores en el Circo Máximo. Donde las turbas, cada vez más enfervorecidas, no dudarán en pedir al César que autorice, con pulgar para abajo, que apiolen al perdedor rebanándole el gaznate.

Cualquier opinión que se cuela es maximalista. Ganaremos, sí o sí. Se despide al equipo como si fuera una expedición de divisionarios de reemplazo hacia la batalla final, aquella en la que se decidirá el futuro de patria para los restos. En futbolista debe de estar pensando, si vuelvo de vacío, me convierto en un fracasado. El depósito de la presión a rebosar, y me temo que explotará.

Como en todas las contiendas fratricidas hace falta una víctima y un verdugo, y ya se sabe no se compadece a la víctima sólo si el verdugo es el enemigo, pues si el verdugo es el amigo, no hay víctima.

Por eso se traza una guerra civil fraticida, aún de índole deportiva, entre dos provincias limítrofes entre cuyos habotantes existen tantas relaciones emocionales cruzadas como las que pueden encontrarse en cualquier territorio colindante del mundo. Al grito de sólo puede quedar uno.

Desde el fondo de mi ingenuidad me planteo si no supone un retroceso respecto de la foto de la Ikurriña portada al alimón por Iribar y Kortabarria. Cuarenta y cuatro años separan esas fotos.

Ańos de involución?


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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