DEICIDiO


Cada vez conozco a mas coetáneos que darían lo que fuese por volver a ser niños.No se trata de dejarse trenzas y saltar a la comba, tampoco de jugar partidos interminables de fútbol en la calle y atrapar salamandras. Sino de regresar a la vida real, al parque, a las terrazas, a mirar a los ojos a la gente mientras tomas un refresco.

Transmutado a la vida real, a esa que transcurre en pareja entre cuatro paredes, a comentar el día que has pasado, el sueño de la noche anterior, las ganas que tienes de que lleguen las vacaciones o lo que darías por coger un avión y mandar todo a tomar por saco. Todo lo que refulge si tienes una chica9 a tu lado, y, por el contrario,, hace que te entre el sueño en horario paneuropeo si no soportas al de al lado ni en modo altavoz ni a la muda.

Esta sensación se ha acrecentado en pandemia. El adulto quiere ser crio y el adolescente se siente agraviado e incomprendido por el adulto y sus gobernantes. No por la forma en la que están dando respuesta a la crisis vírica, cuestión de mayores o de caza mayor, en cualquier caso ajena ellos. Pero que a sus ojos supone un deicidio de su totem que no es otro que la necesidad de reír con tus colegas o salir de madrugada como si no hubiese un mañana. Deicidio que les supone perder un año de vida juvenil, ese que nunca vuelve porque no hay mejor vida de la de dieciocho años ni un verano más largo e intenso que el que antecede a la universidad.

La canícula de los dieciocho años supone la fiesta de puesta de largo de la madurez. Esa que termina por apoderarse de ti y tamizar con la pasta del mandato lo que hasta entonces era flujo rebelde que se te escapaba de las manos de puro gozo. Más que nada porque jamas volverá ese equilibrio entre fortaleza, capacidad y ausencia de problemas. Imbatible.

La adolescencia es noche, rebeldía, creerte antagónico en credo y obras a tus padres, adicción por los extremos y revolcarte en lodos en los que no lo volverás a hacer. Porque toca, no hay mas razón.

Y para todo eso, se han achicado los espacios. Me recuerda a la canción de Pata Negra, aquella en la que Raimundo Amador glosaba que todo lo que le gustaba era ilegal, inmoral o engordaba. Ahora, tambien beneficia a la propagacion pandémica.

Si ya lo decía antes. Decidio adolescente.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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