GOL, Y AL MUNDIAL 82

Hoy no os voy a hablar de fútbol. Ya hay bibliotecas llenas dedicadas al hat trick de Rossi en Sarria, al gol de Eder a Dassaev, o al “Biscotto” que protagonizaron Alemania y Austria tras el gol del cabezón Hrubesch.

Quiero centrarme en todo lo que supuso el Mundial de España para todos aquellos que nacimos en los setenta, con un pie en el franquismo y otro en la España en sepia de los pantalones de pana y el Winston americano.

Mi primer recuerdo futbolero transcurre en Vallecas. En la vuelta de un emparejamiento copero, cuando mi padre decidió por mí, cuando aun no levantaba un palmo del suelo, el inocularme el virus blanquinegro. Después de vencer por la mínima en la ida, perdimos por 6 a 0, y me capturo ese efluvio de hincha de equipo perdedor que aun no me ha abandonado y del que tan orgulloso estoy.

De aquella jornada me llevé otra sensación. La de estadio desvencijado, hecho a pedazos. La del ambiente gélido que, en aquel barrió obrero, lo envolvía todo a pesar de la victoria. La misma impresión tuve cuando conocí el segundo estadio de mi vida, el de San Mames. Gente apiñada en preferencias y fondos, folleto informativo-publicitario para poder seguir en el marcador simultáneo que Frutas Martínez equivalía al Sabadell-Osasuna, cupos de entradas infantiles y militares, (sin graduación y de uniforme), mucho hormigón y una permanente grisura. O dicho de otra forma, que el color no había llegado a iluminar un país que aun no se había desperezado tras cuatro décadas de dictadura.

El Mundial 82 supuso la irrupción del color. No a las televisiones, en donde el boom había coincidido con el de 1978 en Argentina, sino al país, al comenzarse a vislumbrar, por fin, un atisbo de modernidad. Por una vez, éramos el centro informativo a nivel mundial, los clubs renovaron sus estadios con fondos públicos, se potenciaba la infraestructura turística y hotelera necesaria para recibir las hordas de aficionados. Incluso, algunos fabularon con la posibilidad que la selección nacional de José Emilio Santamaría, cuya columna vertebral era aquel entonces la Real Sociedad, con el reciente entorchado de Liga, campeonase.

Eso sí, no podía faltar la adecuada dosis de casticismo patrio. Así, el Mundial 82 nos dejó como legado, joyas como Naranjito y sus secuaces, (como olvidar a Citronio, Clementina, Imarchi y Zruspa), protagonizando la serie “Futbol en Acción”, cuyos cromos regalaba Danone, el himno extraoficial de las hermanas Hurtado, ¡Viva España, vamos a ganar”.

O el programa de TV que sirve como título a esta entrega. Concurso sobre la historia de los mundiales, comandado por el célebre Miguel Vila, donde los errores se pagaban chutando penaltis a las doce de la noche desde unos gélidos campos que, poco después, albergarían el mundial. Y como olvidar aquel niño moñas, con flequillo “Puigdemont” soltando la palomita desde el interior del balón de pega en la ceremonia de inauguración del Nou Camp.


Pero a nosotros todo aquello nos parecía el sumun de la modernidad. Engullíamos yogures para hacernos con la colección completa del Naranjito, buscábamos chapas de coca cola por los suelos para hacernos con los cromos medusa del interior, y devorábamos todos los especiales que caían sobre nuestras manos por los que conocíamos que el norirlandes Witheside era el jugador más joven del mundial y Dino Zoff el más viejo. Y nos apenaba saber que El Salvador, del mítico Mágico González solo pudiera desplazar 20 jugadores por problemas presupuestarios.

Y no nos perdimos ningún partido, ataviados con aquellas cinco camisetas (Argentina, Alemania, Brasil, Inglaterra y España) que, como promoción, nos regaló la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao. Y es que ¿quién iba a pensar que podía ganar Italia con un héroe que recién acababa su castigo por el amaño de partidos en apuestas ilegales?

Dejo para la siguiente entrega dejo aquella pléyade de extranjeros de dudosa credibilidad futbolera que desembarcaron en la liga española tras el Mundial. ¿Os suenan los nombres de Julio Cesar Arzu, Carlos Costly, Héctor "Pecho de Águila "Zelaya”, Gerry “el Bombardero” Amstrong o Tomacewsky?; ¿O el del “Macho” Figueroa embutido en la entonces “no elástica” pimentonera?. Pronto les conoceremos.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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