EL TXOKO DE GABI

Habémus persianazo. A pesar de que la media press lo achaca a la pandemia, que es un recurso perfectamente adaptable en estos tiempos para pegar una larga cambiada al prójimo a modo de excusa, no las tengo todas conmigo. Un garito tan peculiar no puede fenecer por un hecho tan ordinario. La justicia poética sufriría.

No muchos sabrán que quien hizo germinar el tugurio fue Koldo. Nieto del peso pesado del Bocho Benito Canal, que timoneó, entre olas y tempestades, esa locura adorable que era la Tienda de Koldo situada en Doctores Carmelo Gil. Como buena piñata, al abrir el pestillo no sabías lo que te encontrarías. Todo dependía de la cohorte de fugitivos del paraíso que aquel día hubieran decidido aquerenciase allí junto con su mochila vital.

He de reconocer que El Txoko de Gabi siempre me provocó sensaciones enfrentadas. Casi podría decir que antagónicas. Por un lado, ejercía sobre mí un poder de atracción mineral, probablemente por la tendencia que tengo a dejarme atrapar por la heterodoxia y el contra estilo. Ese baño encastrado debajo de un altillo despensero me parecía el paroxismo de la antiestética.

Pero por otro, me tiraba para atrás ese aroma que expelía a mazmorra alicatada de azulejo de piscina, su luz indirecta en donde todo era una silueta sombría,

Eso, y sus reducidas dimensiones, mortales para un torpe patológico como yo, que, como dice mi compadre Daniel, voy topando en las distancias cortas al estilo Ed Wood.

Cuestión aparte eran sus camareros. Moviéndose en un espacio imposible y haciendo un continuo slalom, cuyas puertas eran las cajas de bebidas desparramadas por la manga de la barra. Él, impertérrito, con sabor a esos camareros de los salones que aparecían en las películas del Oeste que dirigía John Ford. Imposible de arrancarle una mueca con la que atisbar que gastaba por los adentros. La mirada que te regalaba al darte las vueltas, constituía una oración con sujeto y predicado, no te empeñes en hacerte el simpático porque ya he escuchado todas las tonterías que puede contarme un cliente, no me cabe una más.

Ella, me imagino que por mera pulsión defensiva por el ganado con el que tenía que lidiar, (que no hay nada más plasta que un macho alfa sacando las plumas), adoptaba un revestimiento de indolencia en donde era clave que no destilase ni una sola brizna de feminidad. No hubiera a haber malos entendidos. A fe que lo conseguía.

El fin de semana el parroquiano habitual se mestizaba con un cliente de aluvión, con un puntito pretencioso, que se daba al copazo, porque si por algo se caracterizaba el Txoko es por poner bien las copas. Increíble ese fondo de armario de bodega en un frasco tan reducido. 

Pero cuando brillaba con luz propia era entre semana, cuando se congregaban los asiduos, y no hay otro caso en el que está palabra defina mejor lo que ocurría allí de lunes a viernes, donde un grupetto de fieles, (siempre los mismos) se congregaba perennemente a deshoras. Por que el Txoko de Gabi, si algo era, es un bar de deshoras.

En aquellos momento el local hedía a microcosmos, a secta mesiánica, a sociedad secreta. A poco que te acercaras a la piña de lugareños, detectabas una felicidad naïf, sonrisas, saludos, mucho toqueteó, buen rollo. Una Alegría lisérgica, como si recién se hubieran comido un tripi. Despachabas todo lo rápido que podías tu consumición consciente de que nunca estarías a su altura. Jamás llegarías a ser como ellos. Además, en tus zapatos de humilde mortal, tenías que marcharte a trabajar.

Una nochebuena, allá a media tarde, les encontré coreando a voz en grito, Oliver, Benji los amos del balón. Angelitos.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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