SEXTO DÍA DEL APOCALIPSIS: EL HOGAR

Las casas pasan su particular prueba de fuego en este periodo. Porque tampoco están acostumbradas a tenernos tanto tiempo dentro. Me estoy refiriendo a los pisos porque si hay patio, jardín o te puedes fugar por el tiro de la chimenea la cosa cambia.

Los pobrecitos pisos no están acostumbrados a la barahúnda, sino a que nos marchemos por la mañana, volvamos del tajo a las tantas y sin cuerpo de incordio. Con visitas esporádicas a cocina, sala y baño para terminar aquerenciándonos en el tálamo. Y vuelta a empezar el día siguiente,

En líneas generales, las casas modernas están hechas, no para residir sino para que entremos y salgamos continuamente. Más con el clima que tenemos ahora. 

No están ellas preparadas para la carga que les ha caído encima, de unos seres humanos integrantes del pack familia ya sea esta numerosa, monoparental, unipersonal de solitarios, o de jubilados aislados porque sus hijos no quieren contagiarles

Casas atestadas, metidos todo el día dentro, cargantes, con nuestras hipocondrías, nerviosos, asomándonos a las ventanas, venga a lavarnos las manos, sentándonos en todos los sillones, abriendo un millón de veces el frigorífico, poniendo música contradictoria, con la televisión agotada, el wifi petado y aguantando reproches de la chavaleria que le achaca lentitud de diligencia de película de John Ford.

Penúltimo viaje a la cocina, pones la radio para escuchar una voz distinta, y están anunciando un restaurante con menú fin de semana y la inauguración de un Bricomar en Zaragoza. El que elige las cuñas tampoco está en su mejor momento y te compadeces de él.

Además, con el sobe y el contacto acumulado con todo el tiempo que pasas dentro, empiezas a detectar las miserias de tu hogar. Esas que te pasan completamente inadvertidas cuando les das uso hostelero. El cristal de la mesa del cuarto del salón se resiente y protesta, los ventanales tienen incrustada la suciedad de los zahones de El Cid, la alfombra del pasillo necesita una limpieza más frecuente, los habitantes chocan en su deambular, el espejo del baño se llena de incrustaciones de pasta de dientes,  se hacen turnos en el baño como ocurría en las casas que mostraban las películas españolas de postguerra,...

Las incomodidades del enclaustramiento derivan en un nomadismo ambulatorio con tintes de comedia absurda. Te haces el amo del balcón, pieza cotizada y atizado por el aburrimiento, espías a la familia del bloque de enfrente, al estilo La Ventana Indiscreta. Tu hijo se esconde en el baño a jugar con el móvil y tu mujer comienza a hacer punto de cruz en la habitación. El confinamiento en el confinamiento.

Encastillado en tu balcón empiezas a filosofar. Porque cojones habrá OTA en la cuarentena? piensas cuando ves al batiscafo pasar por debajo. Si debieran de dar un premio a quien se viene a Bilbao a currar.

Algún lumbrera que no tiene tiempo para filosofar.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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