EL VERDUGO

Ocupa el puesto superior del podio de las prendas descatalogadas que te calzaba tu ama cuando el frío achuchaba de camino al cole. Más abajo quedan el poncho, las katiuskas y esas rodilleras que retrasaban en el tiempo el remiendo de los pantalones quita y pon con los petachos del escudo impreso de las motos Puig.

El verdugo masculino era normalmente de colores ocres u oscuros, probablemente para que ademas del frío, absorbieran la luz. Los de las chicas eran rosas, porque en aquellos tiempos, todo para ellas era rosa. Incluida la bicicleta a la que acoplaban una cesta como si en aquel Gernika estuvieran siempre haciendo picnic como en los tebeos de Esther.

El material del que estaban elaborados era punto de los de antes, para que te dejase la piel como una arpillera, y con una única aventura ovoide que te permitía maniobrar. La temperatura interior de tu cabeza alcanzaba el de un horno de colada continúa. Y el roce del punto generaba una electricidad estática que, cuando lo quitabas. erizaba las melenas que gastaban las tías que terminaban parecíendose al profesor chiflado.

Muchas veces pienso que las mujeres de mi época han preservado a la especie, además de por soportar en silencio el dolor de aguantar a un contingente de berracos desalmados como nosotros que nos la embridabamos con una sola mano, asumir candorosamente la colección de rebecas, uniformes y prendas indecorosas que les enjaretaban.

Y es que al igual que a uno solo le cae bien un abrigo si cuenta con cierta estatura porque la prenda requiere alzada y si no se tiene se acaba pareciendo una marioneta de manopla, el verdugo exigía cierta donosura y un cutis privilegiado. Que si no terminabas pareciendote a la bruja de Blancanieves o al muñeco del limpiametales Netol, ese que asoma en la lata todo hinchado de mofletes.

Y lo peor de todos es que éramos felices. O quizás te lo parecíera por tener tu cráneo embutido en un verdugo.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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