FARALAES (para la Frikibanda)

Gernika queda lejos, muy lejos, de Sevilla y su Giralda y olé . Allí donde tengo hermanos que darían la vida por mi en cualquier callejón del Pumarejo.

En Gernika no hay majas morenas de cuadro de Julio Romero de Torres, pero sì nubes serias y de plomo y no firmamento azul sobre calesas con postillones que cantan. Hay paisanos que sienten para dentro, que es una forma de sentir que raspa por dentro y hace que una noche de luna creciente brote un acceso violento y lujurioso y terminen arrojando sus entrañas a una bandeja de plata.

En Gernika no se llevan las patillas rizadas ni las chaquetas mil rayas, ni los lunares ni los caireles en las botas y se viste de azul marino, como Dios manda, que es color de formalidad y de pasearlo los domingos de camino a misa de doce en castellano y de una en euskera.

De Gernika era El Reverendo, tío de mis Urrutias favoritos, que una tarde de enero salió de casa a proveerse de los regalos de reyes de sus retoños y no volvió hasta varios años después en los que le dio tiempo a conocer a Al Capone y aporrear el piano en tugurios de distintas latitudes. Eso si, cuando volvió, se aquerencio a una silla del Jai Alai, a hacer de punto, y se hizo promotor ciclista y blanquinegro, que es el equipo de fútbol de aquellos acostumbrados a ganar perdiendo.

Gernika es conservador, no de hacer chistes fáciles. Y al vasco le gustan los toros bravos cuanto más grandes mejor. Por eso Hemingway decía que la feria de Bilbao era seria, lujosa y sólida y los toreros debían vestir chaqueta y corbata. No como ahora, que van vestidos como Padilla.

Al Gernika, no le va el colorin ni las majas de sol, ni el rebujito y el fino La Ina. Queda a ochocientos kilómetros del quejió flamenco y las soleares. Y lo más cercano que ha tenido un torero ha sido mi paisano Zacarías Lecumberri, del que Unamuno dijo que toreaba en vascuence sin traducir, El mismo que reposa en ese oreo salobre que es el camposanto de Busturia, al lado de mi aita,

Ahora que las historias de toros y toreros son puro costumbrismo pintoresco, como una andaluza de cartón encima de la tele, hay que reivindicar la heterodoxia de la tauromaquia.

Y no porque sus anécdotas te levantan una sobremesa que decae tras la copiosa ingestión de digestivos, sino porque es es lo único que puede en estos tiempos unir Gernika y Sevilla, pasando por el Foro, Y que algunos de sus habitantes que se conocieron buscando emocionarse con los vuelos almidonados de un capote, consigan vertebrar quince años después una amistad verdadera reivindicando la esencia de las religiones perdedoras.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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