EDUCANDOS (2a PARTE)

El suplemento de la educación cristiana que recibíamos en el colegio no se quedaba en la esfera sexual, tocaba la otra plaga bíblica a la que se exponía el chico de pueblo, las drogas.

La puesta en escena del masajeo intelectual al que nos sometían no mudaba. Especialista venido directamente de Bilbao, que era donde a nuestros ojos, acababa entonces el mundo con las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. Se trataba de que un tipo versado en lidiar con imberbes inoculase, tirando de sapiencia, un nuevo miedo ante el peligro desconocido. Quedarte enganchado.

El problema era que el profesional no dejaba de ser uno de esos meritorios con espíritu de editor de esos libros de autoayuda que venden en los aeropuertos. Y el auditorio estaba capitaneado por media docena de patibularios que sabían más de la faceta práctica del asunto que Antonio Escohotado.

Y es que si bien Gernika no ha sido los que se dice una cantera de filósofos e intérpretes del racionalismo abstracto, en el asunto de la exploración nocturna y la mezcla de líquidos y sólidos para catapultar el esparcimiento somos campeones del mundo.

Así, el discurso naïf con el que el artista invitado nos trataba de trasladar el rosario de desdichas que nos asolarían si nos iniciábamos en el oscuro mundo de los narcóticos, era devastado por las intervenciones de los malotes que habían desarrollado arte efímero liando petas con el papel OCB usando solo el pulgar y el ìndice.

Era otra prueba del alejamiento de la realidad que tenían aquellas dulces monjitas que trataron, por lo visto sin demasiado éxito, de enderezar nuestras almas y conducir nuestro camino en la tierra. Cuando andaban tratando de dar un fogonazo cegador sobre el estercolero vital al que te conducía el colocarte, la mayor parte había al menos coqueteado con el asunto. No solo era el hachis y la marihuana sino que había verdaderos especialistas en comerse monguis, una seta alucinogena que salía cerca de los lugares donde pastaban las ovejas.

A uno al que el patetismo ajeno siempre le ha generado cierto afán protector, ver cómo el especialista iba perdiendo credibilidad a jirones hasta convertirse en un caricato, le dejaba unas ganas inmensas de darle un abrazo al finalizar la charla. Decirle, la culpa no es tuya, has caído en una charca de cocodrilos. Pero es que, en cierto modo, el se lo había ganado, que no se podia gastar esa sobredosis de maniqueísmo, en donde lo malo y lo bueno no admitían tonos grises.

Recuerdo que aquellas parábolas que nos trataban de endosar siempre incluían dos fábulas de Samaniego con discriminación por razón de género. Para el sector femenino, contaban el ejemplo, más falso que las promesas de un concejal de urbanismo en campaña, de una joven de su edad que se metió en el mundo del estupefaciente para terminar quedándose embarazada con dieciséis años. Como si hubiese alguna relación entre la fecundación y doparse.

En cambio, la fábula masculina, me imagino que por esa machez a la que tufaba la educación cristiana, acababa bien. Una especie de epítome del  biblicoarrepentidos los quiere el señor, en el que el joven enganchado recibe en el momento en el que su vida iba a descarrilar un haz de luz celestial que le lleva al buen camino tras ver los ojos del señor nuestro Dios.

Aquello, no había quien se lo tragase, y, obviamente, ni Dios se lo tragaba cuando se veía que los malotes se seguían haciendo los porros en el recreo sin que se registrase ningún fenómeno paranormal en forma de flash celestial.

Mi aita, bastante más directo, no se anduvo con rodeos para enseñarme lo que eran las drogas. Con trece años me llevo a ver, saltándose aquel romance de la mora sorda que eran la calificación moral y el no recomendable para menores, El Pico. La película en la que Eloy De la Iglesia quería enseñar lo que era el jaco y se terminó enganchando. Con el mítico Jose Luis Manzano que terminaría muriendo en acto de servicio.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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