GURE LEOPOLDO

Despedida de Leopoldo, un oximorón. Porque Leo nunca se despedirá. Bastaba ver ayer la turba destiñendo recuerdos, sensaciones, emociones y, sobre todas las cosas, puro sentimiento para acreditar que su presencia, y porque no decirlo influencia, permanecerá presente entre nosotros,

Collage de una vida. Es lo que se podía componer uniendo las imágenes, fragmentos, y palabras cruzadas por los asistentes, que provenían de los más distintos orígenes, procedencias, castas profesionales y estratos como dirían en la Colombia que un día conocimos de su mano.

Andorreando ayer a la salida del evento me vino a la cabeza que la vida de Leopoldo está construida del material de los sueños. Porque es lo que es, un soñador que enciende la caldera de la ilusión para que a plena combustión la ingenuidad le revista de unas alas con las que superar los muros que imponen los fórceps de la razón.

Es también, a su modo, un rebelde, porque no hay nada que le pueda encorajinar más que le traten cortar la vereda de su ilusión con la barricada del desánimo. Así montó un equipo de futbol, una zapatiesta increíble en el centenario del Cochero o un par de reconquistas a la almena del púlpito de los registradores.

Y lo que es entre todas las cosas es un gran motivador. Así reconozco que mitad dejándome contagiar por esa intensidad que derrocha cuando te cuenta un plan mitad por no llevarle la contraria me he dejado atrapar en los planes más disparatados y las creaciones más imposibles. Solo porque iba de su mano. No había más razón. Cuando echo la cabeza atrás me asombro al comprobar que en la mayor parte de ellos hemos terminando venciendo a la razón. Aún no me imagino el cómo. 

Dentro de ese fulgor por el reto me atrae, por puras razones de paisanaje, su experiencia iniciatica con lo euskaldun en mi Gernika. Eran tiempos de hierro, de palabras cruzadas, de la tensión política impregnada en los poros de la piel del ciudadano de a pie.

Hacerse un hueco en aquel poblado indígena, pintado de gris y plagado de prejuicios hacia lo que no fuese la idiosincrasia autóctona constituía un jeroglífico indescifrable. No solo lo descifró sino que lo hizo sin renunciar un ápice a sus señas de identidad, clasicismo, conservadurismo y orgullo irrenunciable por sus orígenes. Y siendo del Madrid. En otro derroche de esa adaptación camaleonica que ha constituido otra de las señas de identidad de su vida.

Tal y como el reconoce siempre ha tenido ego, quizás fraguado en la educación impuesta en una capital de provincias en la que cada cual volaba a su respectiva altitud y había que mantener, o incluso mejorar en la próxima generación la altura del planeo vital. Ese mismo ego es el que le hizo ayer crecerse ante más de doscientas cincuenta personas unidas en camaradería leopoldista o mantener vivos como un tentempie durante veinticinco años sus coloquios taurinos.

Ayer se habló de familia, de generosidad, de amistad, de formación, de implicación, de vitalidad, de orgullo. Todo era real porque las mil caras del polifacético personaje dan para eso y para mucho más. De lo que no se habló es de su vocación de remar por las causas perdidas. Y lo que es más importante, de implicarse con el que necesita de su apoyo. O dicho de otra forma, de la forma de implicarse con el que necesita. Sin jerarquías, de igual a igual, haciendo suyo el problema que a ti te inquieta, envolviéndote con su connivencia. Esa esa la clave. Mirarte a los ojos para que sepas que no estas solo pero sin una pizca de conmiseración. Esa es la fortaleza del vínculo que nos une con él.

Y también se clamó con una gran mentira. Decían que ahora le quedará tiempo para descansar, cuidar a los demás y aburrirse. Nunca lo hará, va en contra de su ADN, seguirá faltándole tiempo para llegar de una a otra parte, le atosigará su agenda, se meterá con el pecho por delante en cruzadas empeñadas en hacer de un triángulo un cuadrado o la tierra plana.

Y es que si no fuese así no sería Leopoldo,


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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