TANGER

Todos tenemos un Tanger. Ese último y definitivo viaje de tu vida al que te abrazas cuando la lluvia y el viento atizan de frente en tu cara esa tarde de invierno en la que todo se descarrila y hollas con problemas el promontorio que te lleva hacia tu casa.

En mi caso, la atracción de la ciudad viene de los tiempos de entreguerras, de cuando el estatus internacional era la visa para el tráfico de todo a cuenta de nada, de la mixtura de razas, religiones y culturas que allí aconteció cuando la balacera inundaba el viejo continente.

De los ecos del Teatro Cervantes, en donde si cerrabas los ojos en un patio de butacas derruido aún podías escuchar a la Maria Guerrero o a Enrico Caruso protagonizando un area imposible. Lugar de refugio para viajeros impenitentes, sátrapas, suripantas, buscadores de fortuna, artistas al límite, refugiados políticos y estraperlistas sin escrúpulos. Todos juntos avivaron el volcán. Todos juntos instauraron la decadencia aunque entonces  no lo creyesen.

Cerrado y lo que es peor, sin que se le espere función. Me contó una vez Luis Alvarez, quien fuese apoderado de Rincón el año de las cuatro puertas grandes de Madrid, que su hermano  quería comprarlo y restaurarlo con los réditos obtenidos de la venta de la grabación del concierto de Los Beatles en Las Ventas, tras tenerlo encerrado medio siglo en la nevera por prescripción legal. Por lo que parece, no lo consiguió.

Me embelese con las historias de los Bowles que fijaron allí su nido y atrajeron a la intelectualidad. Me deleité con el color del horizonte en El Cielo Protector de Bertolucci. Leí con fruición el serpenteo por las calles del zoco que narra La Vida Perra de Juanita Narboni. Me asomé al precipicio de Eduardo Haro Ivars, que empezó a enhebrar su rol de maldito de la movida en la misma ciudad en la que su padre dirigía entonces el diario España. Fui preso del crisol de culturas, de la contradicción y de la luz al atardecer.

Que mejor por lo tanto que elegir a Tanger como mi estación destino, el lugar hacia el que dirigiré mi lucha desde este momento. El comienzo de la vida.

Chica9 no lo sabe pero la he elegido por esa lámina de mar azul oscuro, su mar, que según cuenta Reverte cuando trastea con las andanzas de Lorenzo Falcó se ve desde la balconada del Hotel Continental. En el mismo lugar donde se levanta la atalaya en la que te roza el mismo viento que azota las chilabas de ellos y los velos de ellas cuando caminan hacia la Medina. Será el día 1 del año 1 del resto de mi vida.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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