JUAN CARLOS GARCIA

Le conocí en mis tiempos de jugador de baloncesto amateur. Nos arbitraba cuando deambulábamos por aquellos campos de Dios. De suelos de grija, con guijarros que se te clavaban en la piel de las rodillas como navajas o en el mejor de los casos de ese suelo tatami propio de gimnasio ochentero que te abrasaba la piel en cuanto el gordo del equipo contrario (que en aquellos tiempos todo equipo tenía un pivot con lorzas) te propulsaba hasta el suelo.

En Gernika jugábamos a primera hora del sábado por la mañana. Nada más despejar el relente que emergía de la ría. Más húmeda que el Támesis en enero. Un campo constreñido entre columnas de lo que era un habitáculo amplio del edificio que albergaba Instituto de pueblo. Con un forjado en el techo que proscribía los tiros bombeados. Allí y en todo el poblado todo era plano y directo. Eso sí a nosotros, chavales de pueblo que, recién habíamos descubierto el deporte de los “encestes” como decía tu Aita, escabulléndonos del monolítico fútbol, nos parecía el Madison Square Garden.

Y hasta allí llegaba Juan Carlos García desde Basauri, donde entrenaba al bueno de mi compa impositivo Jesús en la Cooperativa Basauri, Serio aún con un puntito socarrón. Apuntaba a lo que se ha convertido, un magnífico árbitro. Ante todo respetuoso y elegante. Por eso, y por el veneno que siempre tuvo a lo del silbato, que de otra manera es difícil echar el fin de semana dando tumbos entre cadetes o infantiles. Con la de cosas malas y divertidas hay para hacer. Por eso, el llego y el resto de los mortales, que hacíamos las malas y divertidas no. Cuestión de fuerza de voluntad.

Siempre le he guardado un gran cariño y me sigo saludando con el cuando me lo cruzo por Bilbao. Cuando le veía arbitrar en un partido de ACB, internacional. Olimpiadas o de Euroliga se me despertaba un puntito de orgullo. Y mira que en lo que debía de ser un premio para el, como es arbitrar la final de la Copa del Rey, se convierte en una pesadilla por un rosario de errores encadenados en los últimos sesenta segundos de partido.

Vale que se equivocó. Mi amigo AM me comenta que al analizar la jugada en el instant replay, (me gusta menos que el VAR porque ralentiza el dinamismo del espectáculo), la valoran sin comprobar que, al inicio, el tiro había rozado el aro lo que vacía de contenido momento y trayectoria al taponar. Y ahí radica la causa que les lleva a errar.

Aun siendo así, me parece manifiestamente injusto que una trayectoria intachable se enfangue por un error de apreciación. Más aún me parece la trapisonda que le ha montado la acorazada brunete de la prensa sensacionalista que ha solicitado su destierro a Santa Elba sin billete de vuelta. Y lo más indigno es que le utilicen como la piedra de la honda que utiliza el equipo perjudicado para arremeter violentamente contra una competición, la Liga ACB, que considera de paletos provincianos y cuyas fechas le incomodan para disputar la glamourosa Euroliga.

Amigo Juan Carlos, siempre nos quedará a Gernika y aquellos románticos tiempos. No te preocupes demasiado, aquellos a los que arbitraste en el baloncesto en sepia  siempre estaremos contigo

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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