FUTBITó

Ayer, mientras proveía para endulzar la semana. A Chica9, me tocó una promoción de yogur doble en la tienda de La Ermita que frecuento. Tirada de seis doble en los dados. Lancé sin fe porque, legionario de mi cremoso de kilo, había encadenado varias tiradas perdedoras, con profusión de ojos de serpiente (ese doble uno que da nombre a la película de Nicolás Cage y canción del rápsoda de la calle Zabala)

Al contrario de en la vida, no soy afortunado en Loterías, rifas, quinas, juegos de azar o similares. Habiendo jugado más de lo recomendable, porque como vasco,el mundo de la apuesta me pirria, creo que me ha tocado, además de la bola extra de lácteo, una chaqueta de cuero en las 24 horas de futbito del poblado que regalaba Gernika Piel. Negocio que llegó a patrocinar a nuestro equipo de basket y no llegó a estar abierto ni esa misma temporada completa.

Por el rodar de los dados he llegado al recuerdo de los campeonatos que se organizaban en los pueblos. Normalmente de fútbol, pero que con la irrupción del basket, que cuajó a costa del Torneo de Navidad del Real Madrid y de ver a Martín y Norris zumbándose  también de este deporte.

La generación previa a la nuestra no se aficionó por dos razones. Una que en la Tele no aparecía (había muchos toros y un partido de fútbol a la semana), y otra que la logística era un obstácuo, porque las porterías se levantaban con montañas de ropa, ingenio que no. Volaba para un aro.

Aquello partidos, cuando los contornos de tu vida llegaban a los de tu barrio o pueblo, eran verdaderas olimpiadas locales. Se disputaban por categorías. En formato de invierno por colegios y en verano, en plazas o parques, por cuadrillas de amigos. Y las veía todo el pueblo con veneración. Las finales, por lo menos en Gernika, coincidían con las fiestas patronales, y los campeones quedaban consagrados como Dioses del Olimpo, que eran honrados durante las fiestas por la chavalería.

Cada equipo tenía su propio nombre y color de zamarra. Recuerdo en el fútbol, Batzatza, que jugaba de rojiblanco y Sama Siku de naranja.. Gaseosa de 25, y nuestro mítico,, Rotuladores Potombo, muestra viva de que desde niño sufría veneración por lo descatalogado. Los equipos tenían entrenadores que no entrenaban, y que tenían motes por los que les conocía todo el mundo. Txapel era el de Txikos Viejos, y Kubala el de cualquier equipo que quisiera ser entrenado por él. Como en un pueblo de 20.000 personas hay de todo por pura estadística, también había árbitros vocacionales. El de Gernika se llamaba Sastre, que con sonrisa de conejo aguantaba impertérrito las críticas sólo por el compromiso con su afición.

De tanto estirar el chicle se popularizó y se empezaron a organizar campeonatos de 24 horas en las que los equipos competían ininterrumpidamente. A la entrada del Frontón Santanape, el de verdad con las gradas modulares de mecano, no el nuevo de postureo, se ponía un tablón de aglomerado (en Gerni siempre hemos sido madereros) con una cartulina pegada con grapas para el seguimiento del torneo. Como también éramos de noches alegres, a la madrugada aquello degeneraba, con equipos en los que sólo aparecía el formal, el borrachisimo que se orienta siempre y los otros llegaban tarde o preferían dormir. Las finales, el domingo después del Ángelus que para eso el poblado era conservador a ultranza y las tardes eran de cine de arriba o de abajo, recogida y carrusel deportivo en la radio.

Era un mundo ligado al deporte. En donde seguíamos los resultados de la Liga en el marcador gigante encantado en la pared del Bar Chino que accionaba a botón de rosca, uno de los dueños que estaba enganchado a la jornada por el método oreja en radio gol al marcador.

Y en el que los héroes eran de carne y hueso y no instragramers o perfiles de Internet en donde todo es perfecto


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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