LAS BOTAS

Es lo que tiene mezclar la sed con el agua. El problema de lo auténtico, lo pasional, la viscera. A poco que te descuides el arrebato de la naturaleza emerge y, sin haberlo planeado, te ves arrastrado hasta el vértice de un tornado que te eleva a la cima de una Torre de Babel en la que todo el mundo habla su propio dialecto.

Con lo que es posible que ni tu mismo entiendas lo que dice tu voz por que, aun teniendo claro que es  lo que quieres,tienes problemas para verbalizarlo.

Ahí aflora la idiosincracia de cada cual. Hay unos que se meten en sí mismos, en esa introspección que a veces tapa la cobardía y otras, en cambio, la necesidad de mirar sosegadamente hacia dentro en busca de respuestas y de que por fin vire el viento a empopada.

Otros apelan a algo tan evanescente como es la injusticia de lo que les está ocurriendo para proclamar a los cuatro vientos su amargura. Y los hay que buscan un culpable que utilizan como punching-ball para ocultar su propia torpeza. Que no hay algo más latino que enjaretar tus propias desventuras al ajeno para que la bilis te sirva de combustible vital.

A algunos les surge la rabia. Y tirando de mueca infernal se calzan sus botas de bailar para ahuyentar miserias y tratar de virar destino cuando las cosas se tuercen. Lo hace la chica nueve siguiendo el ejemplo que marcaba desde su voz rasgada la inolvidable Aurora Beltrán cuando todo le iba mal.

Y es que no sabes porque hay momentos en los que, cuando pensabas que todo en tu vida deambulaba  ordenado y sereno, e incluso alguna mañana un sol de invierno te iluminaba el semblante, un guiño cabron surge de cualquier esquina y cambia el carril a tu deriva. Asi que vuelves a  encararte con ese fantasma en el que se traviste aquel miedo que nunca hiciste desaparecer pero que, al menos, habías conseguido embridar.

Y así te ves envuelto otra vez en una pelea que no te resulta ajena. La que te obliga a enfrentarte cada mañana a la misma pesadilla con ojos de fuego para ser capaz de orientarte en el pais de los miedos. Te toca bailar descalzo entre los tejados y atreverte a recorrer ese caminito en espiral en el que solo puedes aspirar a esquivar cicatrices.

Lo que sí tengo claro es que no es cuestión de conciencia. Esta no juega cuando lo que se ventila es sentimiento y arrebato. Es otra la cuestión. Más mundana. Más verdadera.

A partir de aquí, solo  conozco si no un antídoto si al menos un placebo para encarar esa singladura que solo puedes  afrontar impar y ligero de prejuicios,  Recuperar la ilusión por soñar y desear, por atreverte a transformar lo que ahora son tinieblas en una copa de vino blanco mirando a ese mar que tanto supone para ti. Y como catalizador, el deseo de ahogarte en otro mar, el de su saliva. Eso sí, con botas de bailar. Las mismas que usaba Aurora Beltrán. 


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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