LUACES

Reconozco que, con relación a nuestro entrenador, soy presa de enormes contradicciones. Por un lado, le considero el mejor entrenador que ha tenido el Gernika en su historia moderna. Ahí están los resultados. Inapelables. Por otro, nunca he terminado de entender esa letanía conspirativa que destila por la que el mundo en conjunto se levanta contra el. Me parece demasiado egocéntrica. Y en esta sociedad moderna, la de la cooperación y las tecnologías de la información, el egocentrismo no está “de mode”.

Como aviso a navegantes, atestiguar que no tengo ni repajolera idea de fútbol. No paso de aficionado aguerrido y observador, que, hace ya demasiado tiempo, detesta el fútbol moderno y sus destellos. Si construyo estas líneas lo hago como infatigable aficionado del Gernika. Y en eso sí tengo sobrado curriculum. Pero cuento con una enorme limitación, que no es otra que analizar la realidad a 33 kilometros de distancia. Enorme. Por eso, vayan por delante mis disculpas si a alguien le molesta este análisis o lo considera errado.

Desde esa atalaya, confieso que no entiendo el momento en que publicita su legítimo deseo de no continuar con el timón de la nave blanquinegra cuando aún queda un objetivo en juego. Un pasaje para la Copa del Rey, que para un club como el nuestro, no es premio baladí cuando no la hemos jugado desde el año 1996. Veintidós años, nada más y nada menos.

Se me podrá oponer que la antelación viene exigida por la necesidad de que el nuevo Mister planifique la temporada. Lógico, pero ese objetivo también se hubiese alcanzado, comunicando puertas para dentro, dando margen de maniobra a la directiva y dilatando la noticia para el común de los mortales. Intuyo que el equipo y el entorno hubiésemos ganado tranquilidad.

Tal y como adelantaba, la valoración del cometido de Javi Luaces como entrenador blanquinegro ha de reputarse como de excelente. En su haber, la recuperación de jugadores, que sí otrora descollaron estaban prácticamente desahuciados al enfundarse la blanquinegra. El mejor ejemplo puede ser Etxaniz. También hay que reconocerle el haber impreso carácter bullidor al equipo que, tal y como ocurre con los ganaderos de bravo, no puede ser más que una prolongación de su propio carácter ganador. Sin haber inoculado ese gen competitivo andaríamos todavía por las catacumbas de la tercera, tras aquel agónico play off donde echamos a la cuneta a Es Mercadal, Jerez de los Caballeros al Osasuna Promesas.

Entre los méritos, la decidida apuesta por los jugadores de casa, aún y cuando esta haya ido diluyéndose poco a poco en su última etapa, por esterilidad de la cantera supongo, y el haber dotado a un club de pueblo de una estructura deportiva más profesional, más exigente, aún y cuando todo recayese en el. Que capacidad de trabajo no le falta. 

En su debe, el mal encaje no ya de de la crítica, sino de la mera discrepancia, que, como tal, debe de considerarse saludable. Si eso ha ocurrido con una afición, la del Gernika, que es una balsa de aceite, debe de prevenirse de esa chispa de soberbia en otros escenarios en los que la grada aprieta mucho y pesa aún más en la voluntad de la directiva.

La realidad es que, aun siendo puro merito suyo, nos deja el listón en las nubes, y un paramo yermo en lo que a organización deportiva del club se refiere, ya que desaparece el hombre orquesta. Toca rearmarse. Según me cuentan, suena Javi Urrutia y no he de ocultar que, si esa fuese finalmente la elección, me complacería sobremanera. Por valiente, por coherente con lo que somos, un equipo de pueblo que ha de vivir de la cantera, y por considerar sobradamente preparado, en actitud y en aptitud, al bueno de Javi, que se ha desvirgado en el Urbieta.

Por mi parte, solo agradecerle de corazón los inolvidables momentos que, como blanquinegro devocional me ha hecho pasar en las gradas de Urbieta. Conservare en mi patrimonio afectivo para los restos sensaciones del play off de ascenso, de momentos cumbres como los de la victoria al Bilbao Athletic o al Baraka. Gracias Javi Luaces, y mucha suerte en tu futura andadura.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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