VINDICAR

Es en lo municipal donde reside la pulpa política de la sociedad. En un ayuntamiento navegas entre la cercanía con los administrados, gestión directa de las cosas de comer y esa falta de densidad técnica que evita que te degluta el procedimiento administrativo.

Por eso es campo abonado a la idea disruptiva y a la ideología de quimera. De ahí, que sean frecuentes los hermanamientos con ciudades extramuros con las que te une menos que a Arnaldo Otegi la técnica del chotis y las declaraciones hueras por la que proclamas a tus vecinos antimilitares, apóstatas de la energia nuclear o apóstoles de la economía sostenible.

Es buen lugar para vindicar, más que nada porque como lo que proclamas carece de cualquier tipo de consecuencia, sea o no jurídica, nadie en su sano juicio se siente, no ya concernido o ni siquiera afectado, por lo que no hay confrontación. Toreo de salón mirando al espejo para componer la figura e irte para casa más feliz que un ocho.

Es justo ahí donde me brota el apego para este tipo de ampulosas proclamas, que además son adoptadas en pleno, y se les dota con la solemnidad de una misa negra. Canta mi querencia hacia el disparate y quedo imantado por una historia que, para los demás, es más aburrida que observar un acuario lleno de mejillones. Pero claro, con cincuenta, sé, de sobra, que para ser los demás ya están los demás.

Todo esto viene al cabo de la declaración del pleno de la Villa de Plencia, pueblo y playa de adopción de Chica9, por la que se declara miembro de una realismo mágico denominado República Vasca y regurgita como un güito de aceituna al Estado Español, por considerarlo birrioso, cojitranco y macilento.

Contempló la felicidad de las caras de los vindicadores republicanos y me generan esa alegría empática que te provocan quienes disfrutan. Al contrario de la profunda melancolía hacia la que te decantan los retratos antiguos, esas con ribetes blancos mordidos, en las que, quizá sea por el sepia, todos tienen cara de haber llorado o ir a llorar.

No soy de aguachar el fluido orgásmico ajeno, pero no puedo dejar de pensar que hace tiempo me he dado cuenta que las utopías, si dependen de más de dos personas, no se realizan nunca. Porque el ser humano esta genéticamente incapacitado para agruparse para alcanzarlas, y que, por tanto, lo verdaderamente revolucionario es conformarse con establecer la dignidad, el bienestar y la justicia en las pequeñas parcelas de la vida cotidiana y entre las personas que te rodean.

Más o menos la república independiente de tu casa que propugnaba IKEA con fines crematísticos.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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