QUINTA DE CCGG:: LA PANCARTA

Los tendidos a rebosar, esa es la mejor noticia de la tarde de ayer. Todos, menos el Ecijano que le tira los polvorones y Antoñito el Pollero, al rebufo del peruano, porque el tirón taquillero de Morante se contempló la víspera.

Al rebufo del triunfo, llegaron esos hombrecillos que se hacen llamar JoTaBis, todos perfectamente limpios y acicalados, que era el día grande y en el ambigú de la plaza habían programado, al terminar el festejo, concierto de William. Y no se pueden dejar pasar esas oportunidades. Lo agradecí por la pancarta, que iba mudando día a día de localización tan sola y soltera como Mary Santpere en el Paralelo de Barcelona.

Una pancarta solitaria es una suerte de oximorón. Lástima que, ante la falta de puesta grande, no pudieran teatralizar ese conclave de romeros que salen al albero a acompañar al diestro triunfador. Aun les queda una bala, porque no les espero ni contemplando el clasicismo de De Justo ni la despedida de Bilbao del ledesmino Lopez Chaves.

En ese duendecillo que esconde siempre la fiesta, ante una plaza, llena hoy de banda desconocida, de cuadrillas, familias, fruteros, y amiguetes del curre, está dispuesta a aplaudir lo que sea, tocó corrida de aficionados. Porque los veinticuatro anormales a los que aun nos parece que el último toro no es digno de Bilbao y que el segundo es uno de los toros mas codiciosos o que uno haya visto, disfrutamos con la corrida del Puerto, con ese puntito de mansedumbre tan propia del encosté.

Roca, que sustituyo el infecto terno arcada y oro por un catafalco epitome de la elegancia, demostró mando y poderío en su primer faena. Recordé al verle a aquel Espartaco de últimos de los ochenta y primeros noventa al que le embestía um pupitre con antenas de TV. El puñetazo de la estocada antológico. En su segundo, aprovechó el viaje del toro, antes de que se acabase, para darle dos series por fuera y con movimiento continuo que fueron jaleadas desde la talanquera de sol como si asistiesen a la resurrección de Belmonte.

De Escribano, que iba vestido de un terno patrocinado por el Bourbon Four Roses, solo puedo decir lo que apuntaba la primera profesora que tuve en mi vida en el Colegio de las Josefinas de Bermeo. La buena de la Hermana Salazar, que después pegaba pequeños sablazos a mi amuma en teórica contraprestación de la fijación de las cuñas de mi educación decía que nana puede reprocharse a aquel que da todo lo que tiene. Amén.

Morante decidió irse de Bilbao por donde habían venido sin necesidad de intentar salir en los papeles como sea. Así que en lugar de andar mendigando decidió enjaretar al cuarto un ramillete de verónicas que en la media de cierre paró el reloj de la plaza como si se hubiera congelado la imagen. Ya tiene su clá razones para el recuerdo durante el duro invierno taurino en Bilbao.