QUINTA DE CCGG: HERRERITA

La semana se va amontonando pero mantenemos el ánimo sin tener que recurrir a la ayuda farmacológica. Estos días son un semillero inagotable de pedacitos de ingenio que nos deben de servir para pasar lo mejor que se pueda el largo invierno que nos espera. Ayer, la frase nos la brindó el maestro del barrio de Recalde, Herrerita, que sentenció “El torero ha de ser entero, putero y dinamitero”. Que así sea.

Fue tarde de triunfo. Tocaba remake de Garcigrandes, la víspera la del chico y hoy la de la chica. Debe ser como cuando te compras el producto de oferta en el super que la segunda unidad tiene mejor precio. En el coloquio matutino del Cochero, preguntaron a la chica en que se diferenciaba el comportamiento de su ganadería a la de su hermano. Esbozó unos arabescos gramaticales para decir que el año pasado lo suyo se movía más pero no siempre para conseguir que todos los asistentes concluyeran que en nada.

El Juli repetía la costumbre de darse una vueltita por Bilbao en agosto. Es como un hito que se va repitiendo hace veinticinco años como llega la navidad, la feria del libro o la fecha de presentar la declaración de la renta. Sus juglares nos habían cantando que en Madrid se había reencarnado en Belmonte, que su torero está mas reposado que nunca. Que quieren que les diga, yo le vi igual que siempre e incluso peor porque lo hizó horriblemente vestido, tal que parecía un disfraz, como el que te alquilaban en BilboCarnaval porque era el único que quedaba el año que andabas tarde. Dos faenas insulsas coronadas con esa horripilante forma de matar tras salirse de la suerte.

A Tomás Rufo le gusta que le llamen Faraón de Pepino. Pepino, porque es su lugar de nacimiento, y Faraón, porque es palabra con solera que solo escucharla da prestancia. No tuvo el mejor de los lotes pero aunque apuntó a torero largo de corte poderoso me dejó ciertas dudas, alguna de las cuales (embarullamiento o contumacia) pueden ser pecados de juventud. Pero le atisbé también una impostura que me amoscó, al cruzarse al piton contrario a cámara lenta cuando el toro lo que necesitaba era ayudar a que se desplazara al hilo. En observación.

En el post que dedique a los carteles, una vez anunciados por nuestra empresa gestora de nuestros designios BIVA, deje apuntado que ver tolerar a Manzanares y Talavante me generaba de ordinario la misma sensación que tengo cuando conecto la campana extractora de mi cocina. Lo bueno que tiene esta bendita afición es que en el momento menos pensado te echa abajo cualquier tipo de remoquete por solemne que parezca.

Ayer en la faena al magnífico segundo toro, que hizo todo para favorecer el triunfo del torero sin poner un solo problema, brotó el torero heterodoxo que sorprendió de la mano de Corbacho (QEPD) en las novilladas de San Isidro. En su año de vuelta iba de fracaso en fracaso y mira por donde le rescata un Bilbao, en la que nunca había terminado de imponerse (recuerdo solo un triunfo en la corrida de junio encartelado con Ponce).

Salida a hombros de la nueva normalidad, con dos orejas que hace diez años hubiera sido una. Pero ya se sabe que todo ha cambiado, si antes cenábamos en verano a las diez y media y ahora nos sentamos a las nueve como un centroeuropeo más, tambien Talavante sale por la puerta grande con una estocada desprendida.

Los naturales que enjaretó me recordaron por momentos al más largo que he visto en moi vida de aficionado. Uno que propinó a un toro de Torrealta en Sevilla llamado Soleá. Allí estaba para verlo.