EL VOTO

Las fotos mienten a menudo.

La de la aprobación de la derogación (menudo oximorón) de la reforma laboral muestra alborozo en la bancada de los que portan la makila, no solo por haber ganado, sino, y especialmente, porque el rival no lo haya hecho. El Duelo a Garrotazos de Goya incandescente dos siglos después.

Esa instantánea recoge el júbilo que sigue a la consecución del logro. Nada se cuenta del proceso que condujo al logro, si unos tránsfugas de nada, si un error en el voto telemático, si la geografía aritmética de un bloque antinatural construido desde los restos y reliquias de siglas despeñadas. Se prescinde del cómo porque lo únicamente relevante es cobrarse la presa, el titular, lo evanescente. Porque, al fin y al cabo, lo de profundizar se ha quedado tan ajado como un pendón de los viejos Tercios de Flandes.

No se de lo que me extraño porque no deja de ser el puro reflejo de la afectio societatis de nuestros días. Da igual como consigas el objetivo, si finalmente te lo llevas. Y no esta de más mofarte del que, tirado en el suelo, pugnaba contigo por hacerse con lo mismo. El proceso no son más que despojos, que a nadie le interesan. Mas o menos, como un planeta que en cada giro se fuera alejando un poco más de la órbita gravitatoria de su sol hasta escapar a ella y perderse en la helada oscuridad del universo.

Y es que, además, el derrochar esfuerzos en el proceso que te conduce a la consecución del hito es muy cansado. Requiere denodado trabajo, planificación, inversion de tiempo y paciencia para ir recorriendo las sesenta y tres casillas de La Oca, sin caer en el 58 de La Calavera. Quién va a ser el ganapán que se embaule todo eso si puedes empaquetar viajando de oca a oca, de dado a dado, o de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente.

Así, que se asienta un mantra por el que todo lo que tarde en cocinarse no merece la pena y hay que buscar atajos para llegar antes que nadie. Por eso, se orilla la sopa de pescado y triunfa Glovo que te lanza una pizza que no tardas en engullir, y los toros, el teatro o la literatura no atraen a la juventud, ya que requieren toneladas de esfuerzo y formación, que no están dispuestos a invertir para un retorno tan incierto.

Al atacar las historias desde el instante final, te pierdes el intercambio de opiniones, el nudo de la trama, ese párpado vibrátil que baila en un ojo, o la inconsciente contracción muscular ante un agente externo peligroso, el tic o a el temblor de voz en el protagonista, ese lenguaje gestual que ya es por sí una prueba

Es que, al fin y al cabo, el placer de escuchar una buena historia sigue siendo impagable.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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