VIGESIMOCTAVO DIA DEL APOCALIPSIS: LAS RECETAS

Nos hemos aficionado a zascandilear en la cocina. Le pegamos a todo, con preferencia por los platos de cocción lenta, como un rabo de toro o un bacalao al pil-pil. Y a la repostería, con predilección por los bizcochos. A veces, creo que con los bizcochos que se han elaborado durante el confinamiento se podría construir un puente sobre el Océano Atlántico.

Cualquier cosa, con tal de que puedas despistar un ratito a la murria que te rodea durante las cuatro semanas de reclusión menor que pesan ya como una mochila repleta de guijarros. La verdad es que no es posible culpar a nadie, porque si la alternativa es atender a las comparecencias de Mr. Sanchez y su recua, ..... Hace tiempo que sacaste la conclusión de que, cuando se callan, especialmente en el caso de María Jesús Montero y su verborrea zumbona sientes la misma tranquilidad que cuando se apaga la campana extractora.

Una vez enfrontilado a los fogones, cerca de, veinte años después a la última aproximación, te percatas que necesitas con urgencia un manual de instrucciones. El oremus de la reentre culinaria lo puedes encontrar por muy distintos vías. Optas por la más sencilla; la tecnológica, no en vano en esta sociedad, para hacerte oír y triunfar, hay que ser joven, urbano y tecnológico, sea en películas, en novelas o en la realidad. Porque lo viejo, rural o manual está desprestigiado.

El problema es que en internet rige la democracia, que cómo todo el mundo sabe es un sistema imperfecto y para demostrarlo no hay más que fijarte en el funcionamiento de una comunidad de propietarios. Así, como puede colgar sus recetas, tanto un cocinero de estrella Michelin, como el del tugurio más zarrapastroso del programa del Chicote, el resultado amenaza tragedia.

Además, con los delantales de los cocineros ocurre como con los uniformes y las sotanas, que les sientan bien solo a quienes tienen fe en lo que representan. Por lo que, a pesar de que el paria que te este saludando desde tu tablet o móvil, lleve colgado un rosario de gualdrapas, te la puede dar con queso. Sobre todo si amenazas el vídeo con media botella de Fino de Montilla, te ves a ti mismo capaz de enfangarte en el berenjenal de una vichysoise de puerros, para la que estas menos preparado que para dar un doble mortal invertido desde un trampolín olímpico.

Una vez trajinado, y con el bajón de haberte acabado el resto de la botella de blanco, te hueles que el resultado de tu vuelta a los fogones dista bastante de aquello que habías planeado. Probablemente, porque no tenías comino y has echado un perejil que estaba en tu nevera desde los tiempos de los Tercios Viejos de Castilla, y porque, siendo franco, tampoco te has empanado de lo que es baño maría o soasar, y has tirado de intuición lo que en la cocina puede ser fatal.

No obstante, te armas de valor para ver si te indulta la divina providencia, y das a probar el comistrajo a tus hijos. Ya se sabe que los hijos son los peores jueces, porque exigen de los padres la perfección y tardan demasiado en perdonar sus errores. Y como tampoco se cubren, te espetan en tu cara, nada más probarlo, una cara de repugnancia que no da lugar a dudas. Tu debut en los fogones se ha zanjado con un petardo como el de Cagancho en Almagro.

Una vez la taza del baño ha engullido aquel engrudo, porque tirarla a la basura iba a replicar la rechifla familiar cada vez que se abriese el basurero, te das cuenta de tu craso error. Recuerdas que tu madre te cedió como legado, cuando te abonaste a la vida fuera del utero familiar, un cuaderno con recetas. Escritas con esa letra redondilla de madre, de las de posguerra educada en colegio de monjas. Con recetas mucho más fáciles y accesibles que la puta vichysoise.

Tensas los artejos antes de golpear la mesa, puto internet, si hubiera tirado del cuadernillo.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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