LA MATINAL

Uno de las reglas de pro que me impuse nada mas faltó mi aita fue el seguir como un perro setter el criterio que él gastaba  sobre las personas. Así, si simpatizaba con el presidente de una gran corporación al que conoció o con el kiosquero del barrio les doy barra libre en mis simpatías.

Y hago exactamente lo mismo, pero al contrario, con su compañero del banco al que terminó advirtiendo un pelaje de trepa y con el amigo de toda la vida que le descontaba papel pelota sin advertirle del matute que le estaba metiendo. Que si se le hubiera advertido se lo hubiera descontado. Pero siempre con la verdad por delante. Que para eso el y yo tenemos solo dos marchas en nuestras convicciones, sexta y marcha atrás. Sin medias tintas.

Me imagino que lo de fundamentar mi criterio en el del jefe es mitad comodidad, para qué forzar el magín y elucubración, cuando tengo las tablas de Moises a mi disposición, y mitad respeto reverencial a un tipo que se las tuvo que ver quitándose el pelo de la dehesa con el que llegó del Urdaibai profundo a las procelosas aguas de ese Bilbao British. Ese mismo en el que se las tuvo que componer a duras penas buscando la autenticidad como un zahorí detectando pozos de agua.

Caminando por esa vereda llegó al objetivo de este post. Rendir un sentido homenaje, escarbando entre sus aún humeantes cenizas, a Iosu, el del Karaoke Rendez Vous del Gardoki,  calle en la que pazco. Del que mi aita decía que era el camarero más inteligente e intuitivo de Bilbao. Y ante todo trabajador y buen tipo. El que sacaba las mejores copas de Bilbao. Quien iba a decirme a mí que, con el transcurso del tiempo, iba a fijar, primero la sede del laboro y después la morada, justamente a esa calle que no tiene más de diez portales.

Ya barruntaba yo algo cuando le veía las madrugadas enredado en ese burle que aprisiona más fuerte que los grilletes del garrote vil. Hizo collera con su yerno Borja, coronando el acceso a las escaleras desde las que se oteaba el local, con un cartel he rezaba Borja&Iosu que parecía querer saludar a los nuevos tiempos. Seguía siendo ensenada de noctámbulos irredentos, meritorios del canto, despedidas de soltero y cenas de empresa, que, como la nuestra, siempre acababan allí. Podías haberte ausentado más de diez meses que Iosu siempre aparecía con aquello que tomases y un libelo de hojas ajadas amarillentas de tanto sobe conteniendo las grandes hits del Karaoke y engarzadas mediante un plasticazo negro de neopreno de surfista.

En los escombros del Rendez Vous ha emergido un after hours que organiza matinales. Su máximo mérito el haber resucitado una micra de la ruta del Bacalao al pleno centro de Bilbao. Donde desembarcan cerebros destruidos y pupilas dilatadas, ellos y ellas, que aparcan sin pagar O.T.A. y no salen del coche más que para abrazarse haciendo un escorzo con tirabuzón para no soltar el trago. Se llama Down Town, que no puede existir un anglicismo más hortera, y el fielato del acceso a la noche loca te lo flanquea un portero mazado con total  tonsura invadiendo su cráneo.

Ni digo que me molesten más allá de lo esperpéntico del espectáculo visual, pero, incluso en su ocaso, hay que tener un respeto a los grandes mitos de la noche del Bocho. Sobre todo, si se llaman Iosu e inventase el Karaoke por lo menos en Bilbao.  Sobre todo, si has tenido que aguantar a media docena de sátrapas que tirando de habituales te comían la oreja cada día. Sobre todo, si a mi aita le caías bien que estoy seguro que por algo sería.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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