INVENTIVA

Siempre he admirado al artisteo. La vis creativa que le catapulta para componer vida donde el común de los mortales no vemos terreno yermo. Incluso más que la primera creación, que la mayor parte de las veces emerge a causa de la frescura juvenil, esa lozanía que da la virginidad a las ideas o el arrojó de no haberte confundido aun, respeto reverencialmente a aquellos que son capaces de encadenar incentivas.

No hay nada más complejo que el demostrarte a ti mismo, y por ende a los demás, que estas tocado por las musas. Emerger hacia la atalaya de vivir de tu propio ingenio, que no es asunto baladí. Me da igual que se trate de escritor, autor teatral, cantante o poeta. El  mundo latino es cainita por antonomasia. Y al torcer la esquina del primer éxito aguarda el tabor de los piperos que esperan la debacle. No hay otro país como este para alimentar la pelusa respecto del triunfo ajeno.

El pelotón de detractores desconoce normalmente lo jodido que el darle al magin para la composición creativa. Aquellas ideas que no hace mucho tiempo te manaban solas, no terminan de germinar por mucho que te empeñes. El rapsoda urbano de la calle Zabala no acierta con las letras que le surgían imparables en aquellas madrugadas de vida disoluta.

Otro ejemplo puede ser el del Sabina de chica9. Ese tipo que a todo el mundo cae bien pero nadie querría se casase con su hija. El genio de la lámpara aparece con más facilidad en las interminables veladas de intercambio de sustancias y fluidos que acompañando a tu hijo a la guardería todas las mañanas. Es lo que tiene la canallesca, no existe comparación.

Al menos el que firma esto necesita la creación ajena para atreverse a transformar todo aquello que le inquieta. Propulsión exogena para combatir con ojos de fuego en el país de los miedos. Que los hay. Y muchos.