INSECURITIES

Detesto los anglicismos. Pero es que el término en castellano, además de estar gastado, suena a cuerno quemado “Inseguridad”.

La hay de distintos tipos. El que la sufre siempre la achaca al de enfrente. Y puede detonarse por una mirada, una sonrisa mal echada o un rumor. Aún concediendo que puede despertar al poltergeist no es demasiado ecuánime achacar el encendido de la caldera del resquemor a aquel al que se acusa de piromano cuando el alíen venía programado de serie.

Una de la variables más extendidas es la que surge en una pareja. Germina en esa lucha de mentes que se libra paralela a la cohabitación y que va cobrando asaltos en la rutina del día a día, en cada pequeña discusión, en cada pulso que se libra por si seguimos yendo a comer cada domingo a casa de tus padres o si nos hacemos la tarjeta de IKEA. Muchas veces un cerebro se impone al otro. Y al abochornado, como ocurre en la dehesa brava con el toro al que se desbanca coléricamente de sus galones, comienza a incubar un gen por el que la seguridad se le va desgastando.

Desde el momento en el que se intuye el menor titubeo comienza a resquebrajarse su fe en el universo en general y en su costilla o Adan en particular. Se produce un efecto dominó que devasta todo lo que se va encontrando, como hacía Othar el caballo de Atila (rey de los Hunos). El que no dejaba crecer la hierba.

Como no deja de ser una cabronada el terremoto de la inseguridad, ocurre que nunca sabes aquello que puede catapultar a la catarsis. Puede ser por pillarte en un renunció al intentar nominar la relación que gastas, de la de citas de ciento en viento, con una novia traviesa que el primer día te puso el disco de que las almas libres no se encierran en ninguna celda.

O por no haber sido suficientemente martillo pilón, en la proclamación de que estas ahí sin condiciones, en la gloria y en la tragedia. Y para eso tienes que nominarte, Antes de que te lo preguntes, ahi va la contestación, no basta con que en abstracto, te sientas vinculado afectivamente con una persona y a tu manera le quieras. Esto va de concreto y no de abstracto. Y es que nombrar a las cosas es darles sentido. Ahí radicó el triunfo de Dios al crear el Universo, nada que no tenga nombre puede pensarse, ergo nada innominado existe.

Y no pienses que el sentido común te alerte. Por que, en eso también, como ocurre también con la moral o los culos, cada uno tiene el suyo. Así que no te libras de la imprudencia de inocular al inseguro el veneno de la desconfianza y abrir la caja de los truenos.

Lo que no sabe el inseguro es que, en la mayoría de las ocasiones, su inseguridad ahuyenta al seguro. Le hace perder su interes, las ganas de seguir luchando. Le termina brotando una reacción por la que, si haga lo que haga no es suficiente, que más da remar en una u otra dirección. Y claro,, ahí, como buenos seres humanos, nos termina  cantando el egoísmo y brujuleamos hacia nuestra propia latitud. Además, a macha martillo. 

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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