LA TABARRA NAVIDEÑA

El gen latino emerge al mismo tiempo que el alumbrado de las luces navideñas. Y con el, la España más costumbrista. La de los ritos, conjuros y tradiciones.

Y la mejor ocasión para constatar que, pese a los cantos de sirena de la revolución tecnológica, en la piel de toro nada cambia, es la tabarra anual de la lotería de navidad. Que repetirá epílogo con el soniquete de los niños de San Ildefonso. Que ya no son patrios, sino importados de esa Hispanoamérica a la que loaba Pepe Domingo Castaño en aquel programa llamado 300 Millones.

Y así la grey parece consagrarse a aquel axioma que decía Que trabajen los pueblos de poca fe, pero no aquellos que creen en la Providencia. Para lo que el público sigue guardando cola en las administraciones de lotería, ya sea en Doña Manolita de la madrileña calle del Carmen o en la de Ormaechea de nuestro Bocho.

Lo más curioso es que durante el tiempo de espera te enseñorees con tus pensamientos y trates de predecir al menos la terminación del gordo. Como si fueses la bruja Lola pero sin azuzar velas negras. Así antes de dejarte los veinte euros de rigor en el mostrador te enredas en profecías cabalísticas. En las cuales te debates entre el tres, por ser el máximo número de horas seguidas que has dormido desde que nació tu retoño, el nueve, por ser el que lucías en tu remera en los tiempos en los que aún pensabas en que te comerías el mundo o el cinco, por ser las ostias que le darías al pesado de tu cuñado para no tener que aguantarle otra vez en la cena de nochebuena.

El final es siempre el mismo, tal y como ocurre en las teleseries de los domingos de Antena3. En todo caso perder. Te has gastado más de doscientos euros y terminas con dinero atrás en una participación de dos euros, más cincuenta centimillos de recargo, del club de samba de Ortuella, que no sabes que perroflauta te vendió.

Para colmo, tienes que cobrarlas presencialmente en la sucursal de Kutxabank de La Arboleda, que solo abre los martes y jueves. Y de once a una.

Antes por lo menos la intriga te duraba hasta el día siguiente. Cuando desdoblabas el suplemento que te endilgaban con el periódico que atesoraba la información de los premios. Entre lo que te costaba desplegar el facsímil, y la telescópica visión que exigía la búsqueda de los premiados en aquellas listas eternas ordenadas por millares, echabas un ratito y mantenías la emoción.

En cambio ahora puedes comprobar a tiempo real que has repetido ruina. Todo a golpe de internet. Para acabar igual. Que termina tocando en Murcia o Castellón donde otros descorchan el champán que tu nunca beberás y para más jodienda cuentan que es un premio muy repartido y que va a venir bien a la comarca.

Lo que tampoco cambia es el  titular d e la prensa del día después. La suerte volvió a pasar de largo de Euskadi

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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