ESCAMAS

Aunque en tu vida luzcas seguridad, hay veces que las circunstancias te abren las carnes en canal.

No volveré a sufrir. Te repites esa frase. Una y otra vez. La pronuncias con fría lucidez. Consciente de todas sus consecuencias. Pero en el siguiente peralte a la izquierda te tira la inercia y acabas en la carcava de esas mañanas en las que no necesitas el despertador para amanecer. Te pesa el no haber reemplazado las emociones impresas en tu ADN por aquel estoicismo que prometiste.

Y aunque no puedas sentir tanto, te rebelas pensando si merece la pena. Da igual que formules la pregunta conociendo la respuesta necesitas cocinarla en tu interior. A fuego lento. Como se hornean las decisiones importantes.

Muchos que admiran tu seguridad se extrañan de que temas cuando te tienen por la más valiente. No les culpas. Tu deambular vital posee una fuerza intestina, un bombeo de poder, una pulsion de confianza y una fortaleza difícil de igualar. Lo que no saben es que tu cuerpo conserva las huellas de muchas cicatrices. Por eso sabes de que hablan cuando te dicen de ese miedo que nadie te adivina.

Porque no creo que exista nada en el mundo que produzca tanto pavor como ver a los tuyos flaquear. A aquellos que te dieron todo de la forma más generosa. Esa impotencia de no poder resolverlo. El que diga lo contrario, peca, creo yo, de falta de sinceridad.

Además la víspera del día en el que sabes te van a faltar las fortalezas y toca navegar entre tinieblas no hay quien duerma tranquilo. Hace falta una voluntad terrible para arrimarse a lo que se te viene encima. Aunque en tu interior sepas que cuando te toca desanudar los problemas, propios y ajenos, eres la más capaz, la mejor. Y que ya con impulso y a pesar de la carne herida, esa que tira de uno, eres capaz de dominarla, de vencerla…

La misma fuerza con la que te rearmas esas mañanas cuando ya despierta permaneces silenciosa tumbada en la cama antes de desprecintar el día. El último acopio de fuerzas. La espera del pitido del mensaje y la lucecita que aparece fiel a su cita. El empujón que necesitas. La mano que te agarra y tira de ti. La que nunca te fallará. La cosa más cierta.

-¿Y por qué no? -murmuras finalmente.  Si al fin y al cabo voy a poder con ello.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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