EL PRECIO DEL PLACER

Esta semana me he despistado por La Graciosa. Uno de esos pocos lugares en donde veinticuatro horas duran más que un día. De esta forma, al pasar el tiempo más lento, la gente acostumbra a llegar a centenaria. Sana costumbre.

Allí me han enseñado que el islote de Alegranza, integrante del archipiélago Chinijo, fue ganado a las cartas cuando el burle era cosa sería. Ahora es propiedad de una familia de hidalgos canariones. Que todavía quedan hidalgos e islas privadas en la España progresista. 

Aprovechando la quietud me he puesto a pensar en el precio del placer. Y la diferencia de avaluo para los ciudadanos urbaniitas y para los que no lo son. Es cuestión de expectativas, he concluido. Recordando mi infancia en Gernika, cuando la mayor expedición era la de fin de curso a Santimamiñe, y comer fuera de casa, ocurría una vez al año, y además en aquel hangar que llamaban Marco Pollo. Aún rodeado de ruidos, olores y grasa, que había para regalar, aquella cena nos emparejaba con el paraiso.

Avanzando por ese espiral de recuerdos me he dado de bruces con la idea que me andaba rondando. La certeza de que la vida es tan corta  como el placer, y las oportunidades, cuando se presentan, no hay que dejarlas escapar. Curiosamente, esas reflexiones necesitan de tomar distancia de la gynkana en la que hemos convertido la vida moderna. Demandan introspección y silencio.

Metaforicamente, si conocierais a alguien que llegase a consagrar todo aquello por lo que merece la pena apostar, cada mañana en la que se vistiese sin que estuvieses allí, sería un día perdido. Lo mismo ocurriría con cada segundo de complicidad desaprovechado o con cada noche sin cruzar miradas. Que para soportar la jodida rutina, el deambular con almas gemelas alrededor te la convierte en un poco menos rutinaria y algo más soportable. El secreto esta en que, la magia para acelerar los latidos del corazón con sólo hacerse presente, cotiza por las nubes en la Cara B de la vida.

Algunos dirán, con razón, que me he puesto demasiado filosófico para lo que estila este blog. Será el efecto de una semana bajo la influencia de los alisios. Pero para no perder el hilo hasta el final solo puedo decir que, aunque  el negocio sea peligroso, es ese el precio del placer. Del verdadero.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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