A FERNANDO ÁLVAREZ (GANADERO DE VALDELLAN)

No hay camino más largo que el que no conduce a ningún sitio, debió de pensar Fernando Alvarez, cuando se embarcó en una apuesta ganadera que no hubiera soportado cualquier análisis lógico.

Los hilvanes denotaban personalidad. Desde la ubicación de la ganadería, en una finca de retiro de monjes benedictinos localizada en zona tan heterodoxa como la provincia de León, como la elección de encaste, Santa Coloma, y por si fuera poco, dentro de ella, los Graciliano. Ahí es nada.

La carta puebla con la que se dotó en 2002 para su proyecto de repoblación taurina tenía impresa parte de los tics que le quedaron de sus tiempos de aficionado exigente. Un tótem, la movilidad. Criterios de selección acendrados, que la vaca humille, que muestre raza, se deje torear y cante la fuerza. Quemar muchos machos para aprehender el ADN de la ganadería.

Y, sobre todas las cosas, tener claro que en esta guerra, las matemáticas no existen y el metraje ha de ser necesariamente dilatado para que se pueda marcar una tendencia con un mínimo tino.

Su carácter de castellano recio, tan poco tendente a esa hipérbole que es moneda común entre sus comilitones, le hizo levantar vuelo cuando la suerte le fue esquiva. El primer hato, adquirido a Hoyo de la Gitana, vino diezmado por la tuberculosis y lo que le quedó tampoco terminó de resultar. Entonces echó mano de lo de Pilar Población que, funcionaba para rejones y que es donde procede los accidentes de color que tiran a luceros o berrendos.

Tirando de alquimia ganadera, toda la que puede hacerse cuando las madres no pasan de la centena se comenzó a labrar el camino. Balas de fogueo en Francia, en aquellas novilladas en Vic, debut con cuatreños en plazas como La Granja y Sahagún. Todo muy medido, no fuera a descarrilar. Solo es posible cuando el capitán tiene muy claro el rumbo de la nave y no le tiembla la mano en el timón.

Contagiados por tanta autenticidad, y porque no decirlo, por el fondo de órdago al establishment taurino que implicaba su reto, nos comenzamos a congregar un grupo de chalados que, bajo la vitola de valdelladictos, comenzamos a seguir a la vacada en la esperanza de contrarrestar tanta docilidad y sosería de la cabaña brava de hogaño.

Toda historia, sea familiar, empresarial o personal, tiene puntos de inflexión. En el caso de Valdellan, me atrevería a apuntar un par. La corrida compartida en 2013 con Adolfo Martin en los Campos Góticos de Palencia. Tauromaquia en sepia título la crónica mi compadre Javier Molero. Y en la última isidrada, Carasucia como mascaron de proa de un sexteto de nota, derrochando bravura y casta. Todo un regalo para el aficionado.

Gracias Fernando por hacerme disfrutar y por demostrar que la tierra (taurina) no es redonda.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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