EL RASTRO. MERKATU TXIKIA.

Domingo decembrino. Aire tropical en las calles del invierno vasco. No pega, pero es lo que hay. Cada vez más a menudo. Recuerdo alguna nochebuena en mangas de camisa. Otra cosa será el invierno, que es lo que en Euskadi aprieta. Cuando acostumbra a llover de lado y a helarse el pavimento.

El paseo matinal con mi amigo Pedrodeandres, (hombreton de la zona minera trasplantado en el bocho aunque cada vez se sienta más del Valle y abjure del urbanismo moderno), nos ha llevado hacia El Rastro de Bolueta.

Como aviso a navegantes, ningún parecido con el de Madrid, aquel del que fue juglar Patxi Andion, primer estriptis masculino de la transición, cuando cantaba aquello de “una dos y tres, una dos y tres lo que Usted no quiere para el rastro es”. No encontraras perroflautas, ni bohemios, ni anticuarios de pedigrí.

Tampoco es lugar de vermut dominguero ni se intercambios filosóficos de jipijis. Va más de regreso al pasado. Del merke-merke de los mercadillos de barrio, que en mi Gernika eran los lunes, en la plaza del mercado. Esa misma que bombardearon mientras mi amuma se escondía en los refugios del paseleku y mi tío Manolo iba buscando en vano a su hermano.

Sigue siendo un bazar. En el que puedes encontrar alcayatas, llaves allen, borceguíes, leggings y tangas rojas, de las de a un euro puesta y mordisco. Siempre que haya algún osado que las quiera morder, que de todo habrá.

De camisetas abanderado, de las de tirantes, de probatorias en la calle a ver si aquello encaja en el talle. De sucedáneos y réplicas, más falsas que las promesas de fidelidad de Astorqui. De cinco artículos a un euro. De charlatanes contando las bondades de su mercancía. De mercheros con bigote, descendientes de El Lute, que te embolsan la compra sin quitarse el pitillo de la boca. De calcetines de felpa y perfumes aguachados.

Aunque se piense lo contrario sigue teniendo tirón. Entre los que pisan la tierra y tragan quina para pagar la letra de la hipoteca cada treintayuno. Entre los matrimonios que aún van cogidos del brazo por la calle. Entre los que les gusta callejear una mañana de domingo aspirando a hacerse con el chollo.

Y entre aquellos que no tienen demasiados escrúpulos para pisar cartones y no se ponen dignos a la hora de calentarse a ras de barra de salchichauto a base de caldo. Nadie se siente engañado aunque lo anuncien como casero. Todo quisque sabe que es de sobre Knorr. Y que el bocadillo de bacon frito con aceite de colza tiene colesterol suficiente como para bloquear las arterias de todo de un ejército.

Y todo eso a menos de quince minutos del centro neurálgico de Bilbao. El de los paseos fluviales, museos modernistas y bares plenos de modismo. Con metro directo. Visita obligada para aquellos menores de veinte años. Para que sepan que ese mundo existe y que, por mucho que vivan en Indautxu y Abando, sus abuelas compraban las fajas en el mercadillo. Que por algo eran más resistentes y apañadas. Pasen y vean, mañana puede que sea tarde.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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