PAPA NO CORRAS

Hay historias que no rebotan si las tiramos contra la pared del tiempo. Por ejemplo, la educación.

Cuando nos tocó recibirla, era mucho menos intrusiva. Al no direccionarte, tenías más ocasiones de confundirte y de enmendar. Bamboleabas en el clásico prueba contra error y eso curtía. Se te llenaba la piel de cicatrices. Y eso te advertía para la siguiente. Cuando merodeaba una tentación te mirabas la cicatriz y anticipabas el resultado.

Eso si, se educaba de una manera que hoy no admitiríamos. Con preferencia del castigo físico, la letra con sangre entra proferida en casa y colegio. Se consideraba no solo aceptable, sino incluso conveniente sacar a pasear puño, cinturón o regla. Mis recuerdos escolares  alcanzan varios lanzamientos de tiza o del borrador que impactaba en la cabeza por la parte del mango. Si escarbo en mi  memoria veo a un compañero catapultado de una coz por no distinguir Guadiana de Guadalquivir sobre aquel mapa geográfico de España colgado de la pizarra.

Frisaba lo que hoy estaría cerca de constituir delito. Se fumaba en los baños, en las clases, en los aviones y en los hospitales. Incluso fumaba el médico en su consulta cuando te atendía. Nadie se ponía un cinturón de seguridad, probablemente ni engancharían  pero todos los padres pegaban en el salpicadero un imán de San Cristobal junto al Papá no corras. Algunos con la foto de una parentela, que daba yu-yu. Y en el coche íbamos ocho tan felices.

Nos descojonabamos de los defectos físicos. A mi me llamaban Jacobo cuanto más alto más bobo. Y en cada clase había media docena de gafotas, un empollón, uno medio lelo que suspendía hasta gimnasia y un gordo con cara de pan (o de magdalena como dice Chica9). Al débil se le cascaba y, como no existía el mobbing, encontraba una gatera de salida y lograba darle la vuelta.

En el poblado si en lugar de mirar con lujuria a las del sexo contrario tenías otras inclinaciones, el cura hablaba con tus padres para que le alistaran a las siguientes convivencias en donde te intentaban aplicar lobotomía en el pensamiento.

Eso sí compartíamos las tres S de la infancia ochentera Sueños, Secretos y Sacristías.

Definitivamente, eran otros tiempos.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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