ROLES

El paso del tiempo también se ha cobrado a algunos personajes que, al principio de los ochenta, existían en todos los pueblos. Se trata de individuos a los que se reconocía su espacio en una España más rural, más básica, pero que han terminado siendo arrastrados por la modernidad y el postureo rampante. Son otros descatalogados sociales.

Vamos con ellos.

A) El Alguacil. Constituye el primer ejemplo de inserción laboral del país. Normalmente eran tullidos, cojos mancos,.. Más que guardar la seguridad, eran recaderos que lo mismo llevaban una notificación que colgaban un bando, arreglaban una farola o cavaban una zanja. La vida plácida les acostumbraba ponerse mantecosos, por lo que la caza del delincuente robagallinas se convertía en quimera. Han sido sustituidos por los munipas de oposición, mazados y metrosexuales.

B) El inválido de la tienda de chuches. Por una razón que se me escapa, este tipo de negocios los atendían, inválidos, que llegaban al establecimiento en un carrito motorizado especialmente construido para ellos. En la época de los porros, la Radio Macuto local les acusaba de narcotrafico y los padres te reprendian si te hacías habitual del establecimiento. Invariablemente gastaban mala hostia para defenderse de los malotes de la última generación que terminaban descojonandose de ellos.

C) El Masajista del equipo de pueblo. Era una especie de precursor del voluntariado, sin más conocimientos de fisioterapia que los adquiridos en los campos de arena mediante la técnica prueba/error. Llevaban una malétita en la que básicamente guardaban el reflex, ungüento que se disparaba desde un spray que entonces se consideraba como una especie de agua milagrosa. Al de Gernika le llamábamos Mengele, por razones que a nadie se le escaparan.

D) El Sacristan. Laico, soltero, triston, servía de muleta al pater que rotatoriamente caía por la parroquia. Cuidaba las casullas, preparaba el cuerpo de cristo y el vino para que el anterior pasase por el gaznate. Se ganaba el derecho a ser el primero en dar el pésame a las familias que perdían sus deudos y tenía derecho de acceder a la sacristía. Entre la beateria se le agregaba un ”ito" a su nombre, por lo que popularmente se le quedaba para los restos el nombre de Juanito o Pakiito. Ahora que ya casi no quedan curas se ha amortizado esta figura.

E) El tonto de pueblo. Fácilmente reconocible ya que, de Despeñaperros para arriba, es el que se coloca detrás de la portería y corre en busca de los balones y para abajo, al final de la manga el toril por el que salen los toros a la plaza. No perdia comba en todas las celebraciones del pueblo, y siempre se las arreglaba para encontrar plaza en primera fila. Al lado del alcalde y el cura. Se termina descubriendo que no es del todo lelo cuando se conoce que los cuartos los invertía en alivios de la Maruja, en el Club de la luz roja de la carretera de salida del pueblo.

F) El furtivo. Simultáneaba su trabajo por turnos en la factoría del pueblo, con un furtivismo con variantes dependiendo de su lugar de amanecida. Pescador o marisquero en territorios de ultramar, setero o con huerta en el interior y cazador en la meseta. Doblaba el sueldo de la fábrica con la venta ilegal a restaurantes. Aunque hacienda, las autoridades sanitarias y las franquicias le acortan el espacio, sigue brujuleando con su business.

G) El libre del equipo de pueblo. En los idus en donde los campos eran de tierra, con boquetes, salientes y piques, existía un tipo bizarro, con barriguita y usualmente bigote, que suplia sus limitaciones con un conocimiento del medio del estilo que gastaba Felix Rguez de la Fuente en la sábana africana. Conocía como botaba el balón en cada centímetro cuadrado del campo, distinguiendo los días lluviosos y los secos. Lo lamino la hierba artificial.

H) El estanquero. Normalmente, ex combatiente de la cruzada nacional o hijo de tal, ya que los victoriosos premiaron las adhesiones con adjudicaciones de estancos, estafetas o nombramientos como profesores de gimnasia, algo esto último que jamás he entendido demasiado ya que, los elegidos, no eran lo que se dice Sansones. En Gernika se hacía llamar Magullon. El estanquero te atendía sentado en una silla detrás del mostrador, y quizás para recordar sus tiempos de combatiente en la liberación de Valladolid, te bufaba cuando te daba El Caso que compraba tu abuela y que nunca entendí porque lo vendían en el mismo lugar que los puros y sellos.

Estoy seguro que en esta regresión has conocido a alguno que otro. Recuerdales bien porque, hoy en día, están casi tan extintos como el lince iberico.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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