Estoy asustado por el devenir del pensamiento del país. Cualquier debate se monta sobre la trepanación de un personaje al que se sube al cadalso para que pueda recibir los escupitajos del gentío.
Último capítulo; Errejon. Vaya por delante que considero que su vida crápula, y su vocación latiguera en el tálamo son asuntos fuera de mi incumbencia porque nunca me ha atraído el uso de la pinga del prójimo. Tan poco motivador como el que te pongan un sello en una instancia en el Departamento de Catastro. De hecho, siempre he pensado que la moral es como los culos que cada uno tenemos el nuestro por lo que no es posible imponerse a los demás.
Así que abjuro tanto del mensaje de la izquierda como el de la derecha rampante. La siniestra,cuando mantiene esa superioridad moral de calendario de taller mecánico, por el que se duele de que un personaje afiliado a su trinchera pueda gastar pecados veniales. Si hubiera sido derechoso aun, parecen proclamar. En lo que es un absoluto dislate, porque el listón de la decencia no sube y baja en función de ideologías y debe de exigirse a todos por igual.
Y es que la izquierda desde que asumió la representación del puritanismo, se ha terminado de inmolar. Al fin y al cabo nadie es capaz de sostener esa moralidad impostada que predica. Y este es un mundo demasiado complejo como para exigir calzarte el hábito de monja de clausura que camina sin tacha. No se encuentran ni en los conventos. Que ahora ni eso, porque ya no hay conventos.
En cada cataclismo de la izquierda puritana anida el desanimo de sus cuadros. Se van convenciendo de que en vista de la bondad que guardan en su interior aún no ha nacido el partido que les represente. Y se van desvinculando en la búsqueda de la tierra prometida o del líder sin mácula que, al fin y al cabo, es igual de imposible. Porque la pureza es incompatible con la sobreinformacióm del mundo en el que pululamos.
Y qué decir de esa derecha retrógrada y montaraz, subida en la ola mediática que pendonea con el mayor acto de ventajismo que puede existir. Ese “si ya lo dijimos nosotros, qué vas a esperar del que más presume,….” Sin darse cuenta de que un mero espejito te sirve para ver reflejadas tus contradicciones vitales.
Emergen las dos Españas, enfrentadas, irredentas, tan disciplinadas como carentes e interés. Aburren a mi y al mundo, porque se esmeran en encontrar el Santo Grial de le razón. Ese que arrolle a los que puedan disentir, con lo bonito que es el disenso.
Y estamos la tercera. Aquella que se siente expelida por el cainismo, y termina regurgitando un “Maria Magdalena, pecadora fue”