EL PEZ BOLA

La involución de la sociedad de ha asentado en el comercio, sobre todo en el postural.

Se me repite una y otra vez una escena. Entro en una tienda, para acotar tipología señalar que no estaba abierta en la conversión del euro peseta. El dependiente que me recibe tras el mostrador es un Pez Bola.

Es este un espécimen que inclina su cerviz y contrae el cuerpo para formar una esfera que rodee su trofeo más preciado (su móvil). Esta enfrascado en una conversación que, aún desconociendo temática, debe ser de vida o muerte, por la concentración que le exige. Los cinco sentidos (y el sexto que es el sentido común si lo tuviera).

Suelen ser sujetos de entre 20 y 30 años más jóvenes que yo. Con lo que nos separa un cráter generacional y los dos sabemos que tenemos memos en común, el uno con el otro, que Kike Matamoros con un mormón de Utah.

Si me limito a entrar, hurgar en la mercancía y salir las cosas entre nosotros van bien. Más que nada, porque no le perturbo el ensimismamiento tecnológico.

El problema llega cuando me dirijo al Pez Bola sea porque le pido una talla XXL, o ando suspirando por una variedad no expuesta de producto.

El pez bola se expande y abandona la esfera hacia si mismo para extraer, por la parte del norte su cabeza. Tiene a bien el concedetme el inmenso don de centrar mi atención en mi.

La mirada que me dirige esta preñada de indignación, rayando en la arcada, por perder un nanosegundo de su vida en una piltrafa como yo. No puede entender cómo un caricato osa interrumpir su levitación trascendental.

Pero para que estas aqui? Pienso para mis adentros.

Por ser benévolo puede que este whatsappeando con Nethanyahu para evitar in extremis el último bombardeo en el Líbano. O intentando que un terrorista no se inmole con una bomba rellena de plutonio en un polideportivo repleto de niños huérfanos que andaban de excursión.

Su contestación es de persona cansada de la vida. Arrastra las vocales como si le estuviese costando sacarlas de la boca. Con su escasez verbal me deja bien claro que perfectamente podía haberme ahorrado la mamarrachada y, con ella, la intromisión.

Los que somos de pueblo recordamos a aquellas dependientas que te elegían la ropa y te la dejaban llamar a casa sin pagar para que la viera tu aita.

Igual, igual que el pez bola.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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