El mundo taurino está presidido por lugares comunes, Uno de ellos la institución del ponedor. Ese que riega con billetes esparcidos con el aspersor de la ingenuidad, y en la mayor parte de las ocasiones del ego, aquellos proyectos, sean faraónicos o alimenticios, pergeñados por sacacuartos.
La recreación cinematográfica la tenemos en esa maravillosa creación del maestro Fernando Fernán Gómez “El Viaje a ninguna parte”, que narraba las andanzas de un grupo de cómicos arrastrándose por la España despoblada en los albores del cine. Agustin González, cacique del pueblo, se empeña en ver reflejado sobre las tablas, un dislate teatral de su creación titulado “Canuto, no seas bruto”. La voz del parné cala en la compañía como forma de subsistencia.
He recordado a Canuto con el sainete protagonizado por One Toro para principiar el otoño.
Para los no avezados, One Toro es un canal temático erigido desde el fondo de armario de los delirios de grandeza de unos cuantos con la finalidad de monopolizar los contenidos taurinos.
Como siempre ocurre, cuando un proyecto se levanta lo hace sepultando otro. Y el que se fuera al Valle de Josafat fue Movistar+, donde pululábamos tan ricamente los aficionados, calmando nuestras ansias en la televisión.
Se sabe que en los trasiegos de material y em las mudanzas de domicilio, los extravíos son habituales. Y aquel viaje a One Toro, una página web a la que los primeros tiempos era más difícil suscribirse que lo era salir del Dédalo de Ariadna, se llevó por delante a una legión de jubilados e inadaptados tecnológicos (perfil usual del taurino)
El nuevo canal, cuya propiedad correspondía a una sociedad de Delaware, que es lo menos taurino que puede existir olía a tocomocho. Como irredento, me he suscrito ocasionalmente, y lo que olisqueaba era tan raro como un gitano al que le guste gastar cadenas de plata.
Pero reconozco que así como su visión el primer año era como la CNN que se pillaba en el malecón de La Habana con una antena de cuernos, el canal se había venido arriba en calidad de retransmisión y contenidos.
Se les gastó el fuel del ponedor, como a muchas parejas se les gasta el amor, de tanto usarlo. Pero, lo que es imperdonable es que dejen colgados a media temporada a una ramillete de recolectores de sueños taurinos con suscripción abonada.
Mas menos, omo ocurrió en la fiebre del oro del Río Klondie. El único que ganó fue el vendedor de picos, palas y cedazos.