SCALA

No puedo decir que me ha sorprendido porque cada vez que entraba esnifaba el aroma a vísperas de persianazo. Pero no por eso jode menos. Porque, al fin y al cabo, al caer el cierre pierdes una parte de tu historia, tal y como te desescamasen de recuerdos.

Buscar una definición que concentre como se había quedado no resulta fácil. De mode, se queda corto, mortecino no hace justicia porque su magnífica localización y la calidad del producto, el café era de lo mejorcito de Bilbao, seguían atrayendo al feligrés. Sobre todo al talludo y conservador, porque jóvenes y hispters se veían pocos.

Es más fácil conseguir el objetivo narrando lo que allí te encontrabas. Chalecos negros de camarero abultamichelines que, actualmente, solo puedes encontrar activos en el Museo del Jamón de una capital de provincias castellana. Una plancha de tostadas de cuando Unamuno fue desterrado a Fuerteventura, servilletas satinadas cristaleras curvas protege sándwiches vegetales y bilbainitos de huevo duro ensartados con palillo.

Baño cápsula en los que tiene que mear inmóvil y sin aletear las manos, con puerta de madera y símbolo con sombrero de copa para ellos y pamela para ellas y una baldosa del marmol que sobró del Palacio de Oriente de Madrid.

Respecto a a la iluminación, apliques desterrados en el Walapoop que daban atmósfera de cuarto oscuro de club de intercambio de parejas y media luz para que los tragabuches del interior se embaulasen las tostadas con mantequilla y mermelada en ese tarrito de vidrio que, por mucho que lo laves, la chupada te sabe a sirope de albaricoque.

En mi caso, como no sólo me encanta comer, sino también ver cómo lo hacen otros era un lugar que me gustaba. Encontraba gente limpia y rostros orondos felices por devorar tostadas y pastees de arroz, cuando no hay una cosa mas triste que una palangana de arroz con leche al lado de un pastel de arroz.

Mi afición deriva, lo tengo comprobado, de una concepción antigua de la salud que supone aceptar con liberalidad cualquier exceso pero caer en el terror pánico por la cercanía de la muerte ante una falta de apetito.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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