LOOSER

Siempre he creído que en las redes sociales, el whatsapp o las aplicaciones de contactos, el flujo de amistad resulta inversamente proporcional al número. A más amigos o contactos menos atención se presta a cada uno de ellos. Y me pasa lo mismo con el contenido que se publica, para buscar información de alguien has de saber que lo más interesante y autentico de cada persona es precisamente lo que no aparece en el perfil que se arroga.

Qué decir de las imágenes. En los ochenta, las cámaras de fotos no sabían mentir e incluso el que te las revelaba te descontaba por lástima aquellas que resultaban radicalmente indecorosas o aquellas en las que salía tu dedazo en el visor.Te sacaban fofo, con una sonrisa de memelo y la cara de tu abuela llevaba impresa el nubarrón de pena que arrastraba desde que tu abuelo viajara al Valle de Josafat. No había posibilidad de retoque de píxeles ni de photoshop de lorzas, con lo que el patito feo asumía que lo era y no se disfrazaba de cisne. Y eso curtía.

Ahora lo que se estila es travestir una vida anodina en el parque temático de la felicidad y dibujar una seguridad en ti misma más falsa que la promesa de amor de un after hours. Cuando tengo demostrado que tanto la seguridad en ti mismo como la intuición son virtudes sobrevaloradas y hay demasiada gente que se ha estampado por haber confiado demasiado livianamente en ellas.

Cuentas con un instrumento a tu alcance para silenciar la disidencia que ya lo hubieran querido muchas dictaduras. El botón para acallar la verdad vetando el acceso a todo aquel que intente contradecirla o desvelar tu verdadera cara. Todo expedito para erigir un personaje sobre una colección de ideas vacuas y virtudes ajenas y con ellas redactar una hagiografía impostada manipulando frases bonitas y parafraseando sentencias ajenas.

Pero lo que verdaderamente me espeluzna es que muy pocos se recatan y candan el abrir en canal su vida privada. Cuentan cuándo están bien y mal, adónde y con quien viajan, dejan prueba impresa de lo que piensan en una latitud y longitud, cercenado de cuajo una de las posibilidades más reconfortantes de la evolución humana, la de cambiar de forma de pensar varias veces en tu vida.

Es en esa radiografía a tiempo real, en esa moda de contarlo todo donde entronca la sicalipsis del interior de cada uno que a tanta gente subyuga.Como si a alguien le importara que uno esté preparando un arroz vegano, cortándose las uñas de los pies, sacudiendo una manta o cambiándole el alpiste al periquito o visitando a la familia segunda de Briviesca.

Pero lo que realmente no soporto son esas frases etéreas propias de calendario de autoayuda. Es como si el mundo cibernético se hubiera impregnado de un ambiente zen de Dalia Lama de pega, Esos estados de amaneceres y atardeceres que antes te vendían en el anverso de las postales, esas notas extraídas de bancos de citas o proverbios filosóficos con un poso de profundidad de alma de convenio colectivo. O peor aun, compromisos ideológicos panfletarios con oenegés, animales maltratados (esos que ahora forman parten de la familia y antes de la casa) o con el calentamiento del planeta.

Reflejos de que el mundo se ha convertido en un lugar donde lo importante es hacer como que disfrutas y que los otros lo perciban para parecer embriagardo por el éxito.

Se trata únicamente de no de parecer un looser.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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